Regreso a mi escuela primaria

Escuela primaria Marcelo Salado Lastra, de Trinidad. Foto: José Rafael Gómez Reguera.

Por: José Rafael Gómez Reguera

Hoy he regresado a mi antigua escuela primaria, esa en la que pasé varios años preparándome para la vida, gracias a mis maestros, quienes día a día, granito tras granito, edificaron una obra de infinito amor en un plantel cuyo nombre, a primera vista, me decía poco: Escuela Primaria Marcelo Salado Lastra de Trinidad. Luego, lo fue casi todo para mí. Recorrerla y evocarla me llena con una mezcla de nostalgia y alegría cuando los niños asumen su pañoleta azul como pioneros Moncadistas.

Nombres hay muchos en mis recuerdos:  Carmen, Chera, Isabel…  La primera fue mi maestra de preescolar, en un aula que se me tornaba gigantesca, con sus pizarras de pared, con fondos carmelitas e infinidad de formas y figuras dibujadas, entre ellas, ricas frutas tropicales… Y todo, a base de tizas de colores, en una verdadera obra de arte cuyo creador recibía, día a día, nuestro homenaje, con las miradas de quienes todo querían saberlo.

Isabel Sánchez fue especial. Fue mi maestra de segundo grado. Cariñosa y afable como pocas, sabía ganarse el afecto de aquellos niños que no cesaban de preguntar y ella, con paciencia infinita, trataba de responder, como la persona gigante que nos parecía. Porque en verdad era alta. Pero a su estatura sumaba esa grandeza que los niños hallan en sus maestros. Aunque la de ella era, en verdad, incomparable.

Ahora las aulas han sido divididas, porque al ser tan grandes, podían dar cabida perfectamente a dos grupos, esos que en los tiempos que corren tienen menos escolares. No se usa la antigua campana para los recreos, pero todavía me parece escucharla en manos de Isabel, que a la vez era la directora, y se mostraba rigurosa con los horarios dedicados a las diversas actividades.

La escuela, signada por esos techos abovedados, anchos pasillos y plazas interiores, se ha llenado de jolgorio, de quienes ya portan sus pañoletas azules o rojas (antes eran blancas y azules para todos). Y también de quienes reciben sus símbolos azules de manos de sus propios padres, en una mañana especial que despierta sentimientos y hace brotar no pocas lágrimas.

La Organización de Pioneros José Martí crece con nuevos retoños, en su fase Moncadistas. Les corresponde a niñas y niños seguir empinándose para contribuir a forjar la patria, desde un terruño, hermoseado por la naturaleza. Desde el presente, se abona el futuro, con la presencia de ejemplos como los de Fidel, Camilo y el Che.