Por: José Rafael Gómez Reguera
Aunque muchos son los temas que se le dedicaron a Fidel, y otros siguen apareciendo para homenajearlo, se me antoja recordar los versos escritos por Sara González, querida trovadora cubana, revolucionaria desde los cimientos, y que exclaman: “A los héroes / se les recuerda sin llanto, / se les recuerda en los brazos, / se les recuerda en la tierra; / y eso me hace pensar / que no han muerto al final, / y que viven allí / donde haya un hombre presto a luchar, / a continuar”.
Justo eso somos los cubanos agradecidos, como reza otro tema, continuadores de la obra que Fidel Castro se impusiera como objetivo supremo de su vida e impulsó hasta sus últimos momentos, siempre en pos de una Cuba, como la soñó José Martí, “Con todos y para el bien de todos”.
Trinidad le vio en numerosas ocasiones, y fue un territorio doblemente privilegiado en ese sentido. Primero porque aquí pasó su primer cumpleaños tras el triunfo de la Revolución cubana del primero de enero de 1959.
Se fraguaba una conjura con las huestes batistianas asentadas en República Dominicana y el dictador Trujillo, que con astucia fue derrotada y constituyó la primera acción de su tipo en contra del naciente proceso revolucionario cubano. Fidel cumplía 33 años ese 13 de agosto y desde el antiguo cuartel de la tiranía dirigió personalmente las acciones ejecutadas en el aeropuerto de la ciudad.
Luego vendrían otros recorridos por la Ciudad Museo del Caribe y sus inmediaciones, como la península de Ancón y la playa del mismo nombre, que sabiamente bautizara como el Varadero del sur, aludiendo a sus bondades de amplitud, finas arenas y paisajes hermosos, elementos que en el futuro podrían ser base para un fuerte desarrollo turístico, como lo es en la actualidad y seguirá siéndolo.
Tres años se cumplen ya de la desaparición física de Fidel, el eterno líder de la Revolución cubana, a quien recordamos junto a los niños, trabajadores, científicos, adultos mayores… visitando escuelas e instalaciones pioneriles, fábricas, centros de la salud pública y de investigación científica, recorriendo zonas productores de alimentos, orientando, sugiriendo, y también señalando lunares que debían corregirse.
Ese es el Fidel que tenemos en mente, el que desde su acercamiento a las ideas del Maestro luchó con más fuerza todavía por una patria libre y soberana, independiente pero también internacionalista, a cuyo abrigo surgieron disímiles misiones que hoy siguen como ejemplo de la colaboración Sur-Sur, en el marco del Movimiento de Países No alineados e incluso fuera de él. Porque la solidaridad, el amor, el desinterés, no pueden tener fronteras.
El Fidel de la Universidad, del asalto al Moncada y el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, de La Historia me absolverá, de La Prisión Fecunda, el del yate Granma, el que dirigió las acciones del llano y el de la lucha en la Sierra Maestra, el guerrero triunfante que entró en La Habana con una pléyade de héroes que admiraron su liderazgo.
El que supo unificar todas las fuerzas políticas en un solo Partido, el creador de las organizaciones de masas de la Isla, el que supo delinear un Estado a la medida de Cuba y trazó las líneas de este presente que vivimos, pese a todas las adversidades, el Norte revuelto y brutal principalmente, el que supo ser voz de los sin voz, de los pobres e ignorados.
Por ello, y por mucho más, Fidel sigue entre nosotros, con la adarga al hombro, presto a luchar, a continuar…