Por: José Rafael Gómez Reguera
Treinta años han pasado desde aquel diciembre triste, luctuoso, patriótico y comprometedor. Las jornadas preparatorias no nos indicaban todo el alcance del momento. Solo sabíamos que iba a ser importante, trascendente, quizás único. Y de veras lo fue. La llegada de los restos de los mártires caídos en otras tierras del mundo al antiguo Círculo Social Obrero de Trinidad, como parte de la Operación Tributo, signó buena parte de nuestras vidas.
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Tras los momentos de espera, en los cuales cada detalle se cuidó al máximo, en la madrugada llegaron los carros fúnebres, llenando de luces la calle José Martí, con su preciada carga. Ya todo estaba lleno de flores y los familiares de los mártires esperaban con impaciencia. Luego, fue un continuo desfilar del pueblo hasta horas de la tarde, cuando el cortejo partió rumbo al recién construido Panteón de los Caídos por la Defensa, en el cementerio municipal.
Fue un recorrido lento, acompañado de himnos y marchas luctuosas. Las lágrimas estuvieron presentes todo el tiempo. Cada garganta tuvo más de un momento de nudo, imposibilitada de articular palabra, aunque había que sobreponerse, cumplir con el deber de informar, o de contribuir en la tarea asignada a cada cual.
Cada 7 de diciembre, la peregrinación desde la ciudad hasta la necrópolis trinitaria revive esos momentos. Se honra la memoria del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, a su ayudante, el capitán Francisco Gómez Toro (Panchito), caídos en combate contra las tropas españolas, y de quienes dieron sus vidas en defensa de otros pueblos del mundo.
La Operación Tributo se rememora tras tres décadas de efectuarse, ahora, bajo fuertes amenazas imperiales, cuando el cerco se estrecha y Cuba está llamada a cerrar filas contra la corriente neoliberal que pretende subvertir procesos progresistas y hacer que los pobres sean más pobres todavía, quitándoles, de paso, la salud y el pan de la enseñanza, en tanto, en vano, calumnian al personal de salud de la Mayor de las Antillas.
Para nuestros mártires, respeto y admiración, respeto y gloria. Para quienes nos acompañan en el diario bregar de un país digno, la seguridad de que la Revolución cubana sigue en pie de lucha, como los mambises del siglo XIX y de quienes protagonizaron la lucha en el llano y las ciudades, el Moncada, integraron la Generación del Centenario, dejaron constancia de la heroicidad del Granma y de la Sierra Maestra, bajo la certera dirección de Fidel, Raúl, y prosigue con los nuevos dirigentes cubanos que son continuidad.