Educadores cubanos, razones para el reconocimiento

Educación en Cuba. Foto: Cubahora.

Por: José Rafael Gómez Reguera

En medio de la jornada de homenaje a los trabajadores de la educación, en Trinidad son frecuentes las actividades organizadas por los colectivos. En ellas no ha faltado el recuerdo emocionado de ese maestro eterno de cada cubano, el Comandante en Jefe Fidel Castro, y la remembranza de nuestro Héroe Nacional José Martí.

Durante buena parte de diciembre, los educadores reciben el reconocimiento de sus alumnos, los padres de los niños y adolescentes que están en las aulas de los diferentes niveles de enseñanza, y de la comunidad en su conjunto. Se reafirma, de esta manera, que la escuela es el más importante centro cultural de cada asentamiento poblacional, y de cada barrio urbano, entendida esa cultura como un todo, más allá de las bellas artes.

Maestros y maestras son los encargados de mostrar el camino a nuestros pequeños, y no solo de enseñarles las materias del programa escolar. Es su misión educar en el más amplio sentido de la palabra, inculcarles hábitos de conducta, lo mejor de la creación social, convertirlos en hombres y mujeres de bien.

Junto a los programas, van las ideas de nuestros próceres y figuras prominentes de la historia patria Félix Varela, José de la Luz y Caballero, Carlos Manuel de Céspedes, Rafael María de Mendive, Antonio Maceo, Enrique José Varona y José Martí, quienes sintetizan las ideas más progresistas del pensamiento social  de Cuba, con fundamentos filosóficos, éticos, políticos jurídicos y educativos. Nuestro Héroe Nacional es el mayor exponente de esas ideas en siglos precedentes, sintetizadas por Fidel.

Son las escuelas hervideros de ideas, y ese pensamiento creador ha de potenciarse cotidianamente, mucho más allá de celebraciones como la que nos ocupan hasta el 22 de diciembre, cuando se cumplirán 58 años de que nuestro máximo líder proclamara ante el mundo que Cuba era territorio libre de analfabetismo, tras una Campaña de Alfabetización que dejó tras sí no pocos mártires como Manuel Ascunce Domenech y Conrado Benítez García.

A 58 años de la epopeya, recordemos a Martí cuando con la luz de su pensamiento pregonó la necesidad de que en nuestras tierras se enseñe lo nuestro, prioritariamente, se prepare al individuo para la vida y se le inculque ese patriotismo que jamás debe faltar, pues solo así el Norte revuelto y brutal nos respetará:

“[…] el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con la sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, […] El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por ignorancia llegaría, tal vez, a poner en ella la codicia. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos.”(*)

(*)Martí J. Obras Completas. T 8. La Habana: Editorial Nacional de Cuba; 1965. p. 281, 369, 279, 430, 278, 287, 291, 389.