Por: José Rafael Gómez Reguera
Hace 59 años, las montañas del Escambray, en el municipio de Trinidad, en la antigua provincia de Las Villas (hoy provincia de Sancti Spíritus), fueron testigos de uno de los tantos horrendos crímenes cometidos por bandas contrarrevolucionarias para frustrar la naciente Revolución cubana y, concretamente, uno de sus objetivos iniciales, la Campaña de Alfabetización: el asesinato del maestro voluntario Conrado Benítez García.
Conrado había nacido en la provincia de Matanzas el 19 de febrero de 1942. Se dice que era callado, tímido, introvertido y muy respetuoso. Las condiciones socioeconómicas imperantes le obligaron a trabajar desde muy pequeño (apenas cursaba el segundo grado). Trabajó como limpiabotas y panadero para contribuir en la búsqueda del sustento familiar, durante el día, y dedicar las noches a estudiar.
Nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén, lo evocó como el «maestro, amigo puro, verde joven de rostro detenido». Para los campesinos de la zona era muy buena persona, atento y trataba de forma especial a los niños. Según Eugenio Carpio, siempre se le veía preocupado por sus alumnos.
Aunque le interesaba el magisterio, quería estudiar ingeniería eléctrica. Conrado acudió al llamado del entonces Primer Ministro de Cuba, Fidel Castro Ruz, para engrosar las filas de los maestros voluntarios y se formó en Minas de Frío, en la Sierra Maestra.
Ya graduado se ocupó de la escuela situada en la finca San Ambrosio en las montañas de Trinidad, donde alternaba las clases de 44 niños por el día con otros tantos adultos por las noches. Pero nunca se detuvo frente a las condiciones adversas en que tenía que realizar sus actividades como maestro.
Los últimos días de 1960 los pasó con su familia y su novia Nancy Inerarity. Él anhelaba casarse, luchar por la Revolución y seguir superándose.
Con esfuerzo propio levantó su escuelita y ayudó a levantar la de su compañera de labores Magalys Olmos López.
Al regreso, el 4 de enero, Conrado y Magalys llegaron a la casa del campesino Felo González, luego de que otro campesino de la zona, les advirtiera que debían detenerse, porque se sabía de la presencia de alzados en las cercanías. Ella le pidió a Felo que los dejara pasar la noche allí y él aceptó; pero Conrado decidió continuar la marcha.
Estaba entusiasmado; pues quería llegar donde sus alumnos, a quienes llevaba libros de cuentos, colores y juguetes.
A solo seis días de iniciada la Campaña de Alfabetización el 5 de enero de 1961, en Tinajitas o zona de Las Tinajas, en las montañas de Pitajones, Conrado Benítez García fue asesinado junto a otros compañeros, por la banda de alzados contrarrevolucionarios encabezada por Osvaldo Ramírez.
Las únicas armas que portaba eran sus pertenencias personales, un libro de Anatomía, uno de Matemáticas y uno de Composición, entre otros, y algunos regalos para los alumnos que, impacientes, le esperaban en la finca San Ambrosio.
Su vocación por la enseñanza y sus condiciones de joven y negro, constituyeron las tres razones por las cuales fue asesinado por aquellos bandidos alentados y apoyados desde Estados Unidos de América, era el ansia de combatir la incultura que dominaba a la población cubana.
Junto a su cadáver medio insepulto fueron encontrados también los de Heliodoro Rodríguez Linares, Luis Conesa, Antonio Navas, El Currito, y a otro campesino no identificado.
Cuba entera le recuerda, pues entregó su juventud en pos de un futuro mejor para su pueblo. (Con información de Ecured)