Por: José Rafael Gómez Reguera
Profesor, directivo trabajador bancario, jurista, historiador… todas y cada una de estas profesiones nos llevan a una personalidad de la cultura realmente sobresaliente, de vastos conocimientos y memoria exquisita: Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara.
Si Trinidad está considerada como iniciadora de las Semanas de Cultura en Cuba, ello se debe a su vista larga, al amor que siempre le prodigó a su tierra natal. Si está incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y es, en consecuencia, Patrimonio Cultural de la Humanidad, junto a su Valle de los Ingenios, ahí está su influencia bienhechora. Si el Museo Romántico es hoy por hoy el más relevante de las instituciones de su tipo en la Villa del Táyaba, y descuella nacionalmente entre los centros de artes decorativas de la Mayor de las Antillas, también.
Carlos Joaquín, como cariñosamente le llamábamos, era alguien cercano al más común de los mortales, capaz de caminar incansablemente por estas calles empedradas cargadas de historias, leyendas y tradiciones, en pos de tener siempre una ciudad más hermosa. Su tiempo no era el de las oficinas y los análisis burocráticos, más allá de su innegable utilidad. Ver por sí mismo cada calle o cada plaza, cómo estaban los parques, hacia dónde apuntar los trabajos, era su día a día.
Sin ser totalmente esquivo a los medios, consideraba que el foco de atención no debía ser precisamente él, sino lo que se había conseguido con esfuerzos colectivos que trascendían su figura. Eso sí, necesitaba que cuanto se hablara o escribiera fuera exacto, y mostraba su desaprobación si los errores trastocaban fechas o nombres. La Historia necesita exactitud, interpretaciones, sí, pero no se puede obviar lo esencial, decía,
Por eso siempre buscó incansablemente la fecha exacta en que Trinidad pudo haber sido fundada. Una y otra vez el Archivo General de Indias no le aportaba los elementos necesarios para ello. Cuando no pudo conseguirlo, optó por proponer a la Asamblea Municipal del Poder Popular que declarara, para festejar la fundación de la ciudad, al segundo domingo de enero, cuestión aprobada y que sigue aquellas ideas. Corría el año 1995.
El Historiador Oficial de Trinidad había nacido el 28 de noviembre de 1926, y se dedicó siempre al trabajo creador. Se desempeñó como profesor de segunda enseñanza, Director del Banco Nacional de Cuba en Trinidad, Jefe de la Oficina de Restauración de la Ciudad, y Miembro de honor de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba. Asimismo fue Presidente de la Comisión Municipal de Monumentos y Primer Presidente del Tribunal Popular Municipal de Trinidad.
Reconocido con las distinciones Por la Cultura Nacional, y Raúl Gómez García, también se hizo acreedor de la Medalla XXX Aniversario de los Órganos de la Seguridad del Estado. Se le concedió el Premio Único de las Artes en 2006 y fue merecedor, asimismo, del Escudo de Concesión de la ciudad de Trinidad, otorgados por la Asamblea Municipal del Poder Popular. Participó en varios Congresos Nacionales de Historia y organizó el Congreso de Historia en Trinidad. Se le concedió la Distinción correspondiente del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, según reseña Ecured.
A los 83 años de edad, el 2 de marzo de 2009, falleció este ilustre trinitario. La ciudad que le vio nacer, corretear, crecer profesionalmente, elevarse a nivel mundial como ejemplo de conservación y restauración, le honra permanentemente.