Especialistas y peritos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias demostraron que no se trataba de ningún accidente casual, sino de un muy bien preparado sabotaje internacional fuera de nuestro territorio.
Era el 4 de marzo de 1960, anticipado a este acto criminal, el Gobierno norteamericano representante del Gigante Goliat, había decidido exterminar a la Revolución cubana defendida desde el mismo 1º de enero de aquel amanecer de victoria del pueblo , devenido valiente David.
Así lo ha demostrado el propio enemigo por medio de la subversión y la fuerza de las armas, lo cual consta en declaraciones de las más altas autoridades de aquella época y en múltiples documentos hoy desclasificados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En las macabras acciones para derrocar el naciente proyecto social, figuran la derrotada conspiración batistiano-trujillista, en Trinidad el 13 de agosto de 1959, con la complicidad de Washington y el tirano de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo.
Después el enemigo incrementó el terrorismo y la subversión a fin de instaurar el pánico: bombardeos a ciudades, poblados, cañaverales, centrales azucareros, sabotajes a objetivos económicos y sociales, así como planes de atentados contra la vida de los dirigentes, especialmente Fidel Castro Ruz.
Promovían alzamientos y el apoyo a organizaciones contrarrevolucionarias dentro y fuera de la isla, tropelías cotidianas para preparar el desembarco mercenario por Playa Girón, con el objetivo de destruir la Revolución.
El 4 de marzo de 1960 La Habana, amaneció invernal y apacible, los obreros portuarios se disponían a la descarga del buque francés La Coubre, que había arribado al puerto capitalino procedente de Amberes, Bélgica con armas y municiones para la defensa del país.
De súbito las explosiones estremecieron la tierra, cuerpos ensangrentados de estibadores cubanos, marinos franceses destruidos, incluso personas que acudieron a la rada habanera para brindar su ayuda solidaria. La muerte se enseñoreó esa tarde de luto, dolor, consternación y lágrimas.
Pero el acto de terror no amedrentó a la ciudadanía, el patriotismo suplió el tremendo sacrificio que hizo brotar la convincente respuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el sepelio de las víctimas fue la de resistir, luchar y vencer hasta la última gota de sangre , lo cual quedó resumido desde ese día y para siempre en el grito de ¡Patria o Muerte!.
Esa tarde el Comandante Ernesto Che Guevara, al igual que Fidel y Raúl Castro, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Efigenio Ameijeiras, el entonces presidente Osvaldo Dorticós y el comisionado José_Llanusa_Globel, entre otros compañeros, raudos se dirigieron al lugar.
Guevara prestó atención médica a obreros y soldados heridos, muchos de ellos con fatales lesiones. Luego en el tenebroso y multitudinario sepelio de las víctimas, el fotógrafo Alberto Korda tomó la célebre foto del Che que ha dado la vuelta al universo. Hoy la icónica imagen la recrean artesanos artistas de Trinidad, Ciudad Artesanal del Mundo.