Por: Rafael Novoa Pupo
Hace 56 años el 29 de abril de 1964 fue asesinado cerca del río Guaurabo de Trinidad, aledaño a la finca Masinicú, nombre que lo inmortalizó, Alberto Delgado Delgado, el agente “El Enano” de los Órganos de la Seguridad del Estado de Cuba.
En la madrugada de ese día, su cuerpo fue encontrado colgado de una guásima, luego de salvajes torturas que soportó sin que los enemigos bajo las órdenes de Cheíto León y Rubén Cordobés, pudieran arrancarle la confesión de que era un combatiente al servicio del Ministerio del Interior (MININT).
Reconocerlo entonces como el protagonista de una de las acciones más brillantes de la gesta contra las bandas contrarrevolucionarias en el Escambray, ponía en riesgo la labor defendida hasta las últimas consecuencias, por Alberto Delgado.
Apenas unos días antes de su deceso, sus acciones habían posibilitado la captura de los connotados bandidos Maro Borges y Julio Emilio Carretero, este último considerado la máxima autoridad del autotitulado Ejército de Liberación Nacional del Escambray, y asesino del alfabetizador Manuel Ascunce Domenech, del campesino Pedro Lantigua, de la familia Romero, y de otros vecinos de la zona.
Estos alzados fueron los primeros capturados en la operación “Trasbordo” que con Alberto Delgado Delgado como principal figura, impidió la salida del país de connotados contrarrevolucionarios que financiados por Estados Unidos, sembraron el terror en las montañas del centro de la Isla.
Su despedida ocurrió sin honores ni glorias, solo en presencia de familiares y amigos cercanos. No podía ser de otra manera, se trataba de demostrar que allí no descansaba El Enano, agente de la Seguridad del Estado, sino el contrarrevolucionario que a mediados de octubre de 1961 comenzó a relacionarse con colaboradores de los alzados, y que llegó a convertirse en el enlace, entre La Habana y la antigua provincia de Las Villas.
No fue hasta abril de 1967, que El Enano emergió del silencio, y sus restos fueron exhumados en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la Necrópolis Cristóbal Colón, rindiéndosele los honores correspondientes a un militar caído en defensa de la Patria socialista. Fue entonces cuando el pueblo de Cuba conoció la verdadera identidad del Hombre de Masinicú, quien fue ascendido póstumamente al grado de teniente del MININT.
El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, en el acto por el XX aniversario de la fundación de los órganos de la Seguridad del Estado, expresó: “Hoy se conocen los nombres de algunos de esos héroes sencillos y extraordinarios que entregaron generosamente sus vidas, como el inolvidable compañero Alberto Delgado, sin que ni siquiera se pudiera divulgar durante años, que el hombre que allí había caído no era un traidor, sino un combatiente de la Revolución”.