Por: José Rafael Gómez Reguera
Hoy es el Día Internacional de la Danza. Los teatros permanecen cerrados. Pero dentro de casa, en casi todos los hogares, se puede bailar. Es una manera sana de emplear el tiempo de confinamiento al cual nos obliga la aparición del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19. Y con nosotros, Alicia Alonso sigue bailando para Cuba y para el mundo. CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III) (IV)
La danza forma parte de las más antiguas manifestaciones del ser humano. En la época tribal, en medio de las más adversas condiciones del hombre primitivo, cuando cazar para saciar el hambre y cubrirse ante el frío era una imperiosa necesidad, se danzaba. Así se invocaba a los dioses y los ritos propiciatorios de una buena caza se sucedían unos tras otros. Lo demuestran las antiguas pinturas que atesoran no pocas cavernas del mundo.
Hoy, la danza forma parte de las más hermosas manifestaciones del arte. Y en Cuba hemos tenido la suerte de haber tenido entre nosotros a una de las figuras cumbres de la danza mundial: Alicia Alonso. A ella está dedicada esta fecha.
Desde 1982, por sugerencia del maestro ruso Piepor Gusev y decisión del Comité Internacional de Danza del Instituto Internacional de Teatro de la UNESCO, cada 29 de abril se celebra el “Día Internacional de la Danza”, fecha que conmemora el nacimiento de Jean Georges Noverre.
Entonces, hagamos de la danza un momento de alegría y unidad en medio de estos momentos que pueden ser de desasosiego, ansiedad, y hasta de miedo por lo invisible. También el arte salva desde el recogimiento del hogar y la compañía de nuestros seres queridos. Ya abrirán los teatros nuevamente, volveremos a abrazarnos y a reencontrarnos.