Por: Rafael Novoa Pupo
Catalogada como Cumbre histórica, el 5 de mayo de 1895, se reunieron en la finca La Mejorana, cerca del poblado de Dos Caminos en la antigua provincia de Oriente, los tres principales dirigentes político-militares de la Guerra del 95 (la Guerra Necesaria), José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo.
En la reunión, de la cual no existe acta ni documentación oficial de los participantes, ni evidencia histórica concreta, todo parece indicar que los aspectos principales tratados estuvieron relacionados con la forma y organización del gobierno independentista, y la estrategia para la conducción de la guerra.
En ese sentido, los historiadores plantean diferentes hipótesis, como por ejemplo que quedó bien definido que Martí sería el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y a la vez el máximo dirigente de la revolución. De igual modo el Mayor General Máximo Gómez sería el General en jefe del Ejército Libertador, quien junto con el Mayor General Antonio Maceo, conduciría la guerra.
Se dice además, que durante la entrevista hubo diferentes criterios en relación con la forma de gobierno, ya que Martí propugnaba la formación de un gobierno civil con un presidente y un consejo o cámara de representantes con amplias facultades, pero sin posibilidad de interferir sobre la conducción de la lucha armada, que estaría regida por la jefatura militar.
Por su parte el Titán de Bronce, era partidario de una junta de generales con mando y una secretaría general, aspectos estos que quedaron pendientes de resolver por la Asamblea Constituyente de la República en Armas.
Otro aspecto importante supuestamente debatido fue que tanto Gómez como Maceo, eran partidarios de que Martí regresara al extranjero cuanto antes, donde ambos tenían el criterio, que allí sería más útil a la Revolución, juicio no compartido por el Apóstol de la Independencia cubana, quien entendía que en Cuba estaba su lugar. En el transcurso de la entrevista, Maceo conoció y aprobó el contenido del Manifiesto de Montecristi, elaborado por Martí y Gómez.
Al siguiente día, y quizás comprendiendo lo erróneo de su actuación al no permitirles alojarse en su campamento, Maceo los condujo nuevamente al campamento, los invitó a pasarle revista, intentando así borrar el desaire del día anterior.
Durante esa ceremonia, los jefes militares fueron aclamados con júbilo por una tropa de más de mil hombres, mientras el Apóstol explicaba el giro que debían tomar las acciones en la isla.
Al término del encuentro, aquellos tres grandes hombres se abrazaron con cariño y ternura en presencia de las fuerzas presente, que celebraron con gritos de júbilo y satisfacción, aquel abrazo significativo.
Así se despidieron los tres héroes de la patria, Maceo volvió a sus operaciones en esa región, mientras Martí y Gómez reanudaban su marcha hacia el oeste, a cumplir el compromiso con la Patria.