Por: Juan Carlos Naranjo
Un amigo siempre me ha comentado que prefiere el libro de papel al digital. Poder manosear el texto, volver la hoja, doblarla si interesa, en fin, tocarlo. Es como tener la historia encima de la cama, del armario, del mueble, dejarla y volver sobre ella sin muchos miramientos. CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III) (IV) (V) (VI)
Digital o tradicional un ejemplar a mano, engrandece. Por eso con el triunfo revolucionario se promulga la Ley 187, que reconoce la creación de la Imprenta Nacional de Cuba. Fue el 31de marzo de 1959.
La noble idea que nació de Fidel Castro trajo después bibliotecas públicas y bibliotecarios, esos profesionales que aún en la era digital no pasan de moda porque sugieren, buscan, explican.
Trinidad se precia de tener la Biblioteca Municipal Gustavo Izquierdo Tardío, inaugurada en abril de 1963, primera institución cultural fundada en la villa tras el triunfo revolucionario: quedó plantada en la otrora Sociedad el Liceo de la burguesía blanca.
Válido el agasajo para quienes entre estantes y libros ayudan a cultivar el espíritu, ya sea en instituciones públicas o escolares, en el llano o en la montaña. Y es que el 7 de junio se festeja el Día del Bibliotecario cubano.
Así se rinde homenaje a Antonio Bachiller y Morales, uno de los más insignes intelectuales cubanos: prolífico periodista, historiador, abogado, considerado como el padre de la bibliografía cubana, nacido en esta fecha, pero de 1812.
En la celebración anual de la efeméride no sólo se honra a los escritores y a los editores, sino también la labor de todos los que hoy día dan lo mejor de sí, como lo hizo en su época Bachiller y Morales, a favor del desarrollo cultural y científico de la nación.
Es el reconocimiento además a la Asociación Cubana de Bibliotecarios que en coordinación con la Sociedad Cubana de Ciencias de la Información otorga cada 7 de junio el Sello Conmemorativo «Antonio Bachiller y Morales» a profesionales de centros que hayan mantenido un desempeño sobresaliente.
Ahora en tiempos de pandemia, un libro vale por dos. En casa nos trae el deleite, el entretenimiento: cubre horas de ocio. Aún en período de recogimiento el abrazo desde la distancia a quienes a través de un libro hacen valer el precepto martiano,” Saber leer es saber andar.”