15 de junio de 1966, desaparición física de Manuel Navarro Luna

Imagen: La Demajagua.cu

Por: Rafael Novoa Pupo

Manuel Navarro Luna nació en el poblado de Jovellanos en la provincia de Matanzas el 29 de agosto de 1894. Tras la muerte de su padre Zacarías Navarro Pérez, Capitán del ejército español que fue asesinado por sus propios compañeros al descubrir que apoyaba la lucha por la independencia de Cuba, fue llevado a Manzanillo por su madre Martina Luna.

Desde pequeño tuvo que abandonar la escuela e incorporarse a realizar varios oficios tales como: mozo de limpieza, limpiabotas, buzo, sereno y procurador público. La situación económica y política imperante le hizo tomar conciencia de la causa cubana por la libertad, por lo que estudiaba para superarse en forma autodidacta.

En 1915 Navarro Luna se da a conocer en el mundo poético cuando publica sus primeros versos en publicaciones en las revistas manzanilleras Penachos y Orto, fue director de La Defensa y de La Montaña, y fundó una filial de la Asociación de la Prensa y la Biblioteca Pública José Martí. En 1919 publica su primer libro titulado Ritmos Dolientes, y con el dinero recibido por esa edición, compró una casa para su madre.

Manuel Navarro Luna se relaciona con la actividad revolucionaria cuando participa en un acto organizado por Agustín Martín Veloz en Manzanillo para recordar el Día Internacional de los Trabajadores. Allí leyó el soneto titulado Socialismo, poema donde se reflejaba ya, su vocación revolucionaria. Muchos de sus textos dieron prestigio además, a las páginas de la Revista Bohemia.

Foto: Trabajadores

En 1930 se une al Partido Comunista de Cuba y participa en actividades contra la dictadura machadista y la amenaza nazi-fascista que amenazaba al mundo por esos tiempos.

Trabaja en la primera alcaldía comunista de Cuba encabezada por Paquito Rosales, donde realiza una destacada labor. Luego del triunfo revolucionario de 1959, integró las milicias nacionales y participa en la limpia del Escambray y en la victoria de Playa Girón.

Durante su activa vida social y revolucionaria, este poeta publicó numerosos libros, todos de gran acogida popular. Entre ellos vale destacar Corazón Abierto, en 1922, Refugio, en 1927; Surco en 1928, Siluetas Aldeanas, en 1929, Cartas de la Ciénaga, en 1932; Pulso y Onda, en 1936; La Tierra Herida, en 1943.

Las doctrinas revolucionarias del poeta aparecen muy bien reflejadas en sus obras, donde muestra el gran amor que sintió por su patria y la admiración que despertaron en él, las destacadas figuras de nuestros procesos de luchas independentistas en cada una de sus etapas.

El Titán de Bronce Antonio Maceo, bravo luchador mambí por la independencia de Cuba, fue el centro de uno de sus más emotivos poemas. La trascendencia histórica de la heroica ciudad de Santiago de Cuba, y la notoria presencia en ella del ejemplo de heroísmo de Mariana Grajales, fue la idea central en otra de las más célebres creaciones del poeta.

Navarro Luna desarrolló una significativa labor política dentro de la sociedad cubana. Sus ideas antimperialistas lo llevaron a ingresar en Defensa Obrera Internacional en 1929 y desde el año 1930 ingresó en el Partido Comunista de Cuba , causa por lo que en los años siguientes, sufrió persecución y encarcelamiento, pues nunca escondió ni negó sus convicciones, y realizó una abierta labor política.

Fue perseguido con saña durante el periodo de la dictadura de Fulgencio Batista, y se vio obligado a trabajar en la clandestinidad, etapa donde colaboró activamente con los grupos revolucionarios.

Tras producirse el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959, Manuel Navarro Luna comenzó a realizar distintas actividades dentro del proceso de cambios y de construcción de una sociedad más justa, diferente.

Colaboró en numerosas publicaciones nacionales, entre las que se destacan Letras, Revista de Avance, Social, Renacimiento, Hoy , Bohemia, Verde Olivo , La Gaceta de Cuba, y Unión.

Navarro Luna al lado de la campana de La Demajagua Foto: Enciclopedia Cultural de Manzanillo.

En abril de 1961 se produce el desembarco de Playa Girón, organizado por el Pentágono, Navarro Luna se traslada inmediatamente a ese lugar y allí se une a las heroicas milicias que en menos de 72 horas habrían de derrotar a los mercenarios pagados y entrenados por el imperialismo yanqui.

En agosto de 1964 se le rinde en La Habana un grandioso homenaje al poeta, celebración que fue altamente conmovedora, pues en ella tomaron parte todos los poetas jóvenes de Cuba, que siempre encontraron en Navarro Luna, el estímulo generoso y el aliento tutelar.

Por esa fecha, sin embargo, el corazón del poeta se encontraba exhausto y malherido. Desoyendo los consejos y advertencias de sus médicos, Navarro Luna sigue trabajando sin descansar porque según sus propias palabras, «no podía permitir que ninguna enfermedad, por peligrosa y grave que fuese, lo condenara a la inercia y al ostracismo».

Al inicios de 1966, a pesar de la doble isquemia cardiaca que padecía, y por la cual recibía cuidados especiales, el poeta no dejaba de dar charlas de profundo contenido revolucionario en los más apartados centros de trabajo, no dimitía de escribir versos, ni de colaborar asiduamente en el periódico Granma.

Es así, que se mantuvo colaborando en distintas publicaciones cubanas hasta que se produjo su muerte en la ciudad de La Habana el 15 de junio de 1966, próximo a cumplir los 72 años de edad.

Con su desaparición física, el pueblo cubano perdió a uno de sus más fieles poetas. Cada año se realiza una peregrinación hasta el lugar donde reposan sus restos y se entrega el premio Manuel Navarro Luna a los poemarios inéditos mejor logrados en la Isla.

Desde 1994, el Centro de Promoción Manuel Navarro Luna es una institución activa en la recuperación de la memoria literaria, en la promoción de nuevos escritores.