Elena Martha García Adlington (Nelly), eternamente en el recuerdo de su amada Trinidad

Foto: Archivo Histórico de Trinidad

Por: José Rafael Gómez Reguera

Sonrisa dulce y trato afable como el de ella, pocos. Siempre fue un ser especial, dado a los consejos a los más jóvenes, al recuerdo de su amado Pepito Mendoza, a la defensa de la Revolución cubana, a una ciudad que siempre quiso profundamente y a la que junto a su esposo, Esplugas, amó intensamente. Así fue la Doctora Elena Martha García Adlington. Así la recordamos en Trinidad.

No pocas veces le acompañé del brazo a transitar por las calles trinitarias mientras asistíamos a las sesiones del Taller Literario José Martí, donde rara vez faltaba. Unas veces los encuentros eran en la Biblioteca Municipal Gustavo Izquierdo Tardío; otras en la Casa de Cultura Julio Cueva Díaz, o en un lugar cualquiera donde narraciones y poesías se daban la mano para deleitarnos y para hacernos mejores personas.

Obviamente, ya era una de esas mejores personas. Su vida había sido de esfuerzos y sacrificios en pos de una profesión, la de Maestra, a la que se consagró, tras luchar contra las crueles realidades de una sociedad desigual y a la que poco le importaba si las mayorías, los humildes, sabían o no leer y escribir. ¡Cómo les iba a importar eso en zonas apartadas como Polo Viejo, si en las ciudades no era prioridad! Pero Nelly se impuso, primero en Polo Viejo y luego en Güinía de Miranda. Su libro así lo demuestra.

José Mendoza García. Foto: Ecured

No poco era el dolor que cargaba, tras la muerte de su único hijo, el mártir trinitario José Mendoza García (Pepito). Aunque nació y murió en La Habana, este joven revolucionario cubano que combatió a la dictadura batistiana hasta su muerte, a la temprana edad de 23 a manos de los esbirros del tirano Fulgencio Batista, vivió casi toda su vida en Trinidad, por lo que se declaró hijo de esta ciudad.

Cuando se cumplen 26 años de su desaparición física, la recordamos en su desinterés, al donar al Estado cubano la casa donde viviera junto a Pepito, para convertirla en la Casa de los Mártires de Trinidad, manteniendo en ella la habitación que ocupara su amado hijo. La recordamos andando y desandando las calles del poblado de Casilda, y descansando a la sombra de sus árboles frutales, entre ellos, las muchas variedades de marañón que ofrecía gustosa a sus visitantes. Y siempre con una sencilla cadena al cuello, de la cual colgaba una imagen del legendario guerrillero Ernesto Che Guevara hecha de carey.

Nelly García Adlington. Madre, amiga, compañera, revolucionaria, escritora, educadora infatigable, la eternidad es tuya.