Juan Antonio “Bobby” Salamanca, maestro de narradores deportivos en Cuba

Juan Antonio «Bobby» Salamanca, una figura cimera del periodismo deportivo cubano. Foto: Archivo de Granma.

Por: Rafael Novoa Pupo

Juan Antonio (Bobby) Salamanca Fernández nació en la Habana el 1 de agosto de 1931. Con su estilo único de narración y su voz, acompañó durante décadas a las Series Nacionales y también durante las actuaciones de las selecciones cubanas del béisbol en diversos torneos.

Su personalidad y sentido de humor lo impulsaron a realizar numerosos aportes a la terminología de la pelota que han sobrepasado la prueba del tiempo y hoy, quince años luego de su muerte, no se podría negar que está entre los mejores narradores de todos los tiempos de la isla del encanto, Cuba.

Su primera narración deportiva fue en Salamanca a finales de la década del cuarenta, por medio de un show radial que animaba el gran Germán Pinelli.

Salamanca interpretó el tema “Granada”, pero no logró obtener el premio. Un tiempo después regresó al mismo programa, pero esta vez declamó una poesía llamada “El Duelo”, aunque esta vez también fue eliminado. Sin embargo, su perseverancia lo llevó a regresar por tercera vez, ante el asombro de todos, Salamanca narró un duelo imaginario entre el estelar lanzador de Almendares, Conrado Marrero y el fornido bateador del Habana Perucho Formental.

La forma de narrar con léxico diferente al acostumbrado, lo llevó a ganar el primer lugar y con él, el premio de los tres pesos y la jaba de los patrocinantes. Sin duda, esta ayuda material fue de gran significación para su familia, ya que eran en extremo pobres, por ello desde pequeño le tocó trabajar en diversos empleos, desde repartidor de pan, hasta un inexperto barbero.

Su triunfo en el show, impulsó a Salamanca quien redobló sus esfuerzos para poder costearse sus estudios de narrador. Gracias a ese título comenzó a laborar en la emisora Radio Marianao, que se ubicaba en los alrededores del Terminal de Ómnibus Nacionales.

Allí fue donde se le colocó el apodo que se lo reconocería a lo largo de su vida. Cuentan que la secretaria de esa emisora, acostumbraba en llamarlo “bobito” y de esa forma, al cerrar su programa se despedía como “el bobby Salamanca” continuando el juego a la muchacha. A partir de ese instante nació su famoso sobrenombre.

Salamanca fue un verdadero genio detrás del micrófono y hoy se le recuerda, como a su estilo interpretaba el béisbol con sus propios términos. Además, por la creación de epítetos a destacables peloteros cubanos.

En esta foto tomada en 1978 en Nueva York, Bobby aparece al centro, junto a sus colegas Roberto Pacheco (izquierda) y Miguel Ángel Iglesias Foto: Juventud Rebelde (Cortesía de Bobby Salamanca Jr.)

Su idea de convertir el terreno de juego en un “febril cañaveral” inició a finales de los años sesenta e influyó mucho que ver el contexto nacional de la época.

Bobby conjugó muchos términos con los que cotidianamente se relacionan los cubanos en la zafra con la pelota; pero no sólo fue una innovación, sino el momento donde les daba uso lo convirtió en único.

Un ejemplo de ello, fue el director del equipo que era el “jefe de brigada”; los bateadores eran los “macheteros” y el strike fue sustituido por el inolvidable “azúcar”. El bate era la “mocha” y si no había corredores en las bases, Bobby decía que “la guardarraya estaba limpia”.

Cuando ocurría un ponche, era uno de los momentos más recordados de Bobby, ya que anunciaba el “tres golpes de mocha y lo tiró para la tonga”. En el caso de un jit, la expresión utilizada por el famoso narrador era “caña” y si el batazo se producía en un evento internacional, entonces era “caña cubana”. Un batazo que impulsaba a más de un corredor en base inspiraba a Bobby a decir que “no había dejado caña en el cogollo, ni cogollo en la caña.”

La presencia en el plato, el que denominaba Bobby como “el central”, de un “machetero”, el momento se ponía peligroso cuando “temblaba el cañaveral” y si en el espacio de espera esperaba el turno otro “machetero peligroso”, entonces este “afilaba la mocha”. Un lanzador explotado no se iba a las duchas, sino que “le habían aplicado la alzadora” para evitar que el rival siguiera produciendo carreras, es decir, “continuara la molienda en grande”.

Luego del furor que causó la zafra, Bobby reinventó algunos términos y una vez más fueron aceptadas por el público. En ese momento, si el bateador recibía el primer strike, el narrador comentaba el pez mordió el anzuelo”; al llegar el segundo strike, decía “el pez cayó en el sartén” y, a continuación, emitía una serie de adjetivos: “estaba compungido, preocupado, aturdido, hundido, ahogado y hasta el cuello en el conteo”.

Aparte de esto, Bobby, creó también varios epítetos, en los que destacan ““El Gigante del Escambray” donde se refería a la estelar primera base de los equipos centrales y de la selección nacional, Antonio Muñoz. Dentro de la extensa lista, uno de los jugadores más completos en la historia del béisbol cubano, el pinareño Luis Giraldo Casanova, fue llamado por Bobby como el “El Señor Pelotero”; mientras Víctor Mesa era “La Explosión Naranja” y cuando le llegaba el turno a Pedro José Rodríguez, Salamanca pronunciaba con respeto esta frase: “Pase Usted, Señor Jonrón”, en alusión al enorme poder de Cheíto.

Cuando la enfermedad lo conminó a alejarse del micrófono, siguió colaborando con aquellas deliciosas Crónicas no exentas que tanto disfrutaban los oyentes. Bobby Salamanca falleció el 5 de abril de 1987 en la ciudad que lo vio nacer. Su muerte dejó un vacío en la narración deportiva radial, que nadie ha podido llenar. (Con información de Juventud Rebelde y Ecured).