Álvaro Reynoso, un hombre de pensamiento

Por: Rafael Novoa Pupo

Este 11 de agosto, se conmemora el 132 Aniversario de la muerte de Álvaro Reynoso Valdés nacido en el poblado de Alquízar el 4 de noviembre de 1829. Este destacado científico cubano del siglo XIX, ocupa junto a Carlos Juan Finlay, Felipe Poey, Francisco de Albear y otros investigadores, un lugar prominente entre las figuras más emblemáticas de la ciencia cubana en el siglo XIX.

Según precisa Granma por decisión de su padre, en 1847 y con apenas 18 años, Reynoso parte para Francia con el propósito de continuar los estudios superiores iniciados en La Habana, y matricula de manera simultánea las carreras de química y medicina, en la Universidad de París.

Finalmente se inclina hacia la primera de las disciplinas mencionadas, y logra doctorarse en Ciencias en 1856, defendiendo una tesis sobre la formación del éter. Durante su etapa estudiantil hizo diferentes investigaciones en química fisiológica humana, cuyos enunciados fueron publicados en prestigiosas revistas del país galo.

Sobresale entre ellas, la referida a la presencia de azúcar en la orina humana, de ahí que algunos especialistas lo consideren el primer cubano en analizar científicamente la enfermedad de la diabetes.

Como aparece reflejado en la obra “Cien figuras de la ciencia en Cuba”, tuvo la oportunidad de apreciar los procesos de institucionalización de la enseñanza y de la investigación agrícola, que tenían lugar en Francia y Alemania.

Asimismo, conoció de primera mano y divulgó después en Cuba, las teorías biológicas sobre la inmutabilidad o no de las especies, lo cual enriqueció su formación científica integral.

Álvaro Reynoso, retornó a su tierra natal en 1858, y trajo consigo un laboratorio de química y una importante biblioteca, adquiridos con sus propios fondos.

Al año siguiente fue nombrado director del Instituto de Investigaciones Químicas de La Habana, y en sus esfuerzos por dotarlo de equipamiento avanzado, importó desde Francia el primer espectrómetro que existió en el país.

Uno de sus más significativos aportes, radica en haber concebido un sistema integral de medidas agrotécnicas dirigidas a garantizar el cultivo intensivo de la caña de azúcar, basado en investigaciones acerca de las condiciones físicas y químicas de los suelos y de la propia planta, en la selección de nuevas variedades, el empleo de fertilizantes, y la irrigación del terreno.

El propósito del mismo era pretender reducir las áreas dedicadas a la gramínea, a fin de favorecer la diversificación agrícola y la eliminación gradual de la esclavitud.

Si bien estas acciones fueron aplicadas en otras zonas del mundo donde la caña constituía un renglón clave de la actividad agrícola, en Cuba no se tomaron en cuenta hasta mucho tiempo después.

Durante el transcurso de 1862, Reynoso publica su obra cumbre titulada “Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar”, que recogía toda la problemática vinculada a tan vital renglón de la economía cubana de la segunda mitad del siglo XIX, incluidas las recomendaciones para mejorar esa actividad.

La primera edición apareció en La Habana, mientras la segunda la publicó en Madrid en 1865 y fue la que se tradujo, y publicó en holandés ese propio año, y en portugués, en Brasil en 1868.

Más allá de su talento para la química y la agronomía, a Álvaro Reynoso se le considera el padre de la agricultura científica en Cuba, además de sobresalir por sus dotes de innovador, e inventor.

Baste mencionar que, al trasladarse nuevamente a Francia en 1864, creó una máquina capaz de extraer el doble de jugo de caña, que el obtenido en los molinos de los ingenios. De ella llegó a construirse un prototipo comercial, presentado en la Exposición Universal de París en 1878, donde mereció medalla de plata.

Durante su segunda estancia de 19 años en la nación europea, también ideó un proceso encaminado a preservar carnes en cámaras de gas a presión, e incursionó en otros estudios relacionados con preparaciones farmacéuticas.

Académico, Fundador y de Mérito de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, y Socio de Número de la Sociedad Económica de Amigos del País, Álvaro Reynoso volvió a su patria en 1883.

Debido a la falta de apoyo gubernamental para establecer una estación agronómica que había proyectado, pasó los últimos años de su vida haciendo por su cuenta investigaciones experimentales en caña de azúcar, café, cacao, algodón y tabaco.

Enfermo y abandonado, Álvaro Reynoso Valdés, falleció en La Habana el 11 de agosto de 1888. Su estatura como hombre de pensamiento, lo sitúa entre las glorias cubanas de todas las épocas. (Con información de Granma y Ecured).