Enrique Roig San Martín, marxista y destacado sindicalista cubano

Enrique Roig de San Martín. Foto: internet

Por: Rafael Novoa Pupo

Enrique Leonardo de Jesús María Roig San Martín, fue un precursor de las luchas obreras en Cuba, además de divulgador de las ideas fundamentales de Carlos Marx, aunque no se le debe considerar un marxista puesto que se adhirió a la corriente anarco-sindicalista del movimiento obrero español de la época.

Fue, no obstante, el primer cubano dedicado a orientar al proletariado por el sendero de la lucha de clases, y predicó, además, el internacionalismo proletario.

Enrique Roig San Martín nació en La Habana el 5 de noviembre de 1843. Su padre Juan Tomás, cubano y médico; su madre, María del Carmen, mexicana. Realizó sus primeros estudios en el Colegio San Anacleto de La Habana.

En 1859 su hermano Pedro Celestino se lo llevó para Manzanillo, donde aprendió el oficio de maestro de azúcar y que luego gracias a la experiencia adquirida pudo emplearse en varios ingenios del occidente cubano. Aunque la tradición oral lo ubica como separatista en esos tiempos, no aparece vinculado a ninguna conspiración.

En 1879 le encomendaron la administración del Ingenio Caridad, en la provincia de Matanzas. A su regreso nuevamente a Santiago de las Vegas, se hizo obrero tabaquero.

Años más tarde conoció a Fermín Valdés Domínguez y juntos colaboraron en el centro de Instrucción y Recreo de esa localidad, Fermín le llamaba mi amigo del alma, y lo describía de alta estatura, abundante pelo y barba rubia, ojos pequeños y copioso bigote. Roig San Martín conocía el francés como su propio idioma, y en su biblioteca se encontraban las obras más notables de literatos y filósofos.

No había injusticia social que no fuera abordada en sus páginas. Las autoridades integristas y algunos patrones pensaron incluso en la eliminación física del líder obrero. En los artículos de fondo de la autoría de Roig, se denunciaba la explotación de los obreros por los dueños de talleres.

Como se expresó en uno de ellos, la publicación se proponía tratar de reunir a los obreros todos en una aspiración común, la causa de su regeneración social. En los artículos de fondo, de la autoría de Roig, se denunciaba la explotación de los obreros por los dueños de talleres.

Su espíritu internacionalista se evidenció cuando en los Estados Unidos condenaron a muerte a ocho obreros de Chicago. Roig no solo se dedicó a divulgar y denunciar el proceso amañado, sino que impulsó, mediante El Productor, colectas en ayuda de los familiares de los anarquistas ejecutados.

Esas no fueron las únicas batallas libradas. El periódico también se pronunció contra la discriminación racial, las condiciones de inferioridad en que vivía la mujer cubana de la época, contra el Juego, la Prostitución, los impuestos abusivos, y las medidas de las autoridades coloniales que afectaban al pueblo.

Bajo la influencia del Anarquismo, preconizó entre los obreros el desentenderse de las luchas independentistas. Obsesionado por la defensa de los intereses del proletariado, e imbuido de la concepción errónea de que los obreros no tenían Patria, no se percató de la doble explotación que sufría el asalariado cubano de España, por su condición de cubano.

Roig comenzó su lucha sindical primero como colaborador del periódico El Obrero, órgano oficial del Gremio del Ramo de Tabaquería. Fue tan destacada la actividad del periódico dirigido por Roig San Martín en la defensa de los obreros cubanos, que en 1888 la Junta Central de Artesanos de La Habana nombró a El Productor su órgano oficial.

Desde allí se propagaron con total radicalismo y sin eufemismos de ninguna clase, los conceptos claves del anarcosindicalismo: su rechazo a la actividad política, el nihilismo nacional, la negación absoluta del Estado.

El Productor no sólo fue un medio de propaganda, sino también un instrumento de acción obrera. A través de la organización ácrata alianza, el periódico monitoreó varias huelgas, entre ellas, la primera que se efectuó en el giro tabacalero y que fue ganada por los obreros en diciembre de 1887.

Enemigo de todo concepto de nacionalidad, la publicación fue al mismo tiempo promotora de solidaridad proletaria por encima de las fronteras. Conmemoró cada aniversario de la Comuna del París como fecha de todos los trabajadores del mundo.

El 11 de julio, El Productor anunciaba que, por su delicado estado de salud, no aparecía en esa edición su columna editorial. En otro número correspondiente al 28 de julio, se informaba que continuaba enfermo e impedido de escribir sus esperados artículos de fondo, aunque en el machón se le seguía reconocimiento como director de la publicación.

En la madrugada del 29 de agosto de 1889 dejó de existir Enrique Roig, el invencible campeón, el denodado adalid, el incansable defensor de los derechos obreros, como le calificaba la prensa proletaria de la época.

(Con información de Ecured)