Por: Arelys García Acosta
Un tilín para los cubanos significa que queda o falta poco para que suceda un hecho y un tin, dicho a la manera de la vecina Josefa Lara, es la mitad de ese tilín. Trabalenguas o no, esta unidad de medida muy propia de Josefa encaja como anillo al dedo a la realidad que vive Sancti Spíritus, hoy en remojo y a punto de complicarse con un rebrote de la COVID-19. CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III) (IV) (V) (VI) (VII) (VIII) (IX)
Y es que el agravamiento de la situación epidemiológica de las vecinas provincias de Villa Clara y Ciego de Ávila, esta última con 48 casos positivos en los últimos siete días, no deja margen a la duda.
Majagua, uno de los municipios avileños con mayor cantidad de infectados, está al alcance de una mano de Jatibonico. y no es desestimable la cantidad de personas que aún, con medidas restrictivas y todo, transitan de un territorio a otro.
Este lunes, por ejemplo, autoridades de la salud lo informaban: 50 avileños ingresaron a Sancti Spíritus, amén de que en el punto de contención a la entrada de Jatibonico se les hicieran los controles pertinentes.
Con estos truenos, es para que en Sancti Spíritus no se moviese una hoja; sin embargo, a juzgar por los hechos, la irresponsabilidad crece en tierra fértil y puede cambiar en un santiamén el escenario actual de la provincia, hoy a cuatro meses sin reportar casos de transmisión autóctona del SARS-CoV-2.
Una mirada a la epidemiología de los casos sospechosos de padecer la enfermedad ingresados desde junio a la fecha revela que casi el 70 por ciento de los pacientes viajaron a La Habana, Matanzas o Santa Clara o recibieron visitas de familiares y amigos de esas provincias en transmisión.
Milagrosamente, el virus no sumó nuevos contagios; pero pudiera ocurrir en cualquier momento porque el exceso de confianza y la falta de percepción de riesgo continúan abriéndole puertas al nuevo coronavirus.
Las colas en la ciudad cabecera son un desacato al distanciamiento físico; no se pone punto final a la aglomeración, pese a las mil y una soluciones propuestas para que en tiempos de COVID-19 no estemos juntos ni revueltos, mucho menos.
A la entrada y salida de algunos centros educativos, los nasobucos pierden de pronto el rumbo y van a parar al fondo de una mochila.
A los abuelos, parece ser, se les ha devuelto el encargo diario y “obligatorio” de buscar los mandados. Alguien en casa desestima el riesgo que corren en las calles, alguien en casa ha dado borrón y cuenta nueva a la epidemia, pese a que en Cuba estamos frente a un rebrote, para nada hijo de la casualidad.
Demostrado está, un minuto de asueto para la prevención es minuto ganado por la COVID-19. Dos provincias vecinas nos ponen, ahora mismo, sobre aviso. En fin, ya lo advertía el refrán: cuando veas las bardas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo. (Tomado de Radio Sancti Spíritus).