19 de septiembre de 1960, Fidel y la delegación cubana en el barrio negro de Harlem

Foto: archivo Prensa Latina

Por: Rafael Novoa Pupo

En la mañana del domingo 18 de septiembre de 1960, cuando Fidel y la delegación cubana al 14º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas desembarcaron en el aeropuerto de Idlewild, hoy John F. Kennedy, un aparatoso despliegue policial se extendía por la pista e instalaciones aledañas, y algunos medios hablaron de más de 500 uniformados, mientras que una muchedumbre de latinoamericanos residentes en la ciudad y estados colindantes, tras soportar estoicamente una pertinaz llovizna, ovacionaba al Héroe de la Sierra Maestra y a sus acompañantes.

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El vehículo que trasladó a la comitiva caribeña hacia el hotel Shelbourne, en Lexington y 37, estuvo escoltado por unos 100 automóviles, 25 ómnibus, y varios camiones, que transportaban a simpatizantes de la Revolución cubana.

Los alrededores de la edificación turística estaban tomados desde la mañana por un nutrido contingente de policías locales, quienes impedían llegar a la entrada del inmueble a una multitud de neoyorquinos convocados allí para darles la bienvenida a los representantes de la Isla, mientras un grupito de elementos contrarrevolucionarios sí gozaban de libre circulación y protección de guardias a caballo, para proferir sus amenazas e improperios.

Al día siguiente, el 19 de septiembre, la gerencia del hotel habló con Raúl Roa Kourí, hijo del Canciller de la Dignidad y miembro de la misión de Cuba en la ONU a quién dijo: “Míster Roa, estoy muy preocupado por los piquetes; es posible que haya violencia, que tiren piedras, que dañen nuestra propiedad. Necesitamos un depósito de 20 000 dólares por si algo sucede”. Fidel estalló indignado al recibir el mensaje: “¡Son unos bandidos! ¡La ONU no debería estar en una ciudad donde no se respeta a las delegaciones que vienen a sus reuniones, donde no puede uno alojarse sin que traten de extorsionarlo!”.

Fidel hace su entrada al Hotel Theresa, en Nueva York, Estados Unidos. Foto: PL

Sin dejar de dar grandes zancadas de un lado a otro de la habitación, Fidel se dirigió al menor de los Roa: “Raulito, dile a ese individuo que no aceptamos su exigencia, que es un bandido, ¡un bandido! ¡Y que nos vamos del hotel!”. Mientras el aludido cumplía sus instrucciones, ordenó a Núñez Jiménez la compra de tiendas de campaña para una posible acampada cerca de Naciones Unidas y pidió a Manuel Bisbé, representante del Gobierno Revolucionario en ese organismo, que solicitara al Secretario General de este, Dag Hammarskjöld, una entrevista urgente.

Cuando ayudaba a su padre a recoger el equipaje, Roa Kourí recordó que el líder afronorteamericano Malcolm X, había propuesto alojar a la delegación cubana en el hotel Theresa, y fue entonces que el Canciller soltó una de sus malas palabras favoritas: “Coño, ¿cómo no lo dijiste antes?… Bueno, ahora ya nos vamos de aquí. Díselo a Fidel”.

El Comandante en Jefe se entusiasmó con la idea: “¿En el Harlem?… ¿Estás seguro de poder obtenerlo?”. Ante una respuesta afirmativa lo envió a hablar con el dirigente de los musulmanes negros. Y junto al resto de la comitiva, llevando las tiendas de campaña ya adquiridas por Núñez, abandonaron el Shelbourne.

El Secretario General de la ONU los recibió poco después de las siete de la noche, apelando a toda su retórica diplomática en su conversación con Fidel. En un momento del diálogo, el canciller Roa García recibió la comunicación telefónica de su hijo: “Tenemos dos pisos. Pueden venir”. Fidel le anunció al funcionario sueco que le había sido brindado un hotel en el barrio de Harlem, y que estaba dispuesto a alojarse en dicho establecimiento, por lo que exigía garantías en ese lugar.

Nuestros compatriotas llegaron al Theresa, en cuyos alrededores les aguardaba una concentración de estadounidenses, cuya mayoría eran afrodescendientes y latinos, que la vitorearon y ovacionaron.

Ya en el vestíbulo del inmueble, tras efusivamente estrechar las manos a la gerencia y los empleados que acudieron a recibirlo, Fidel abrazó al periodista Bob Taber, cuyo reportaje televisivo al Ejército Rebelde en plena insurrección es aún hoy un clásico en su género.

Ante los gritos de la multitud, que no dejaba de corear su nombre a pesar de lo avanzado de la hora, Fidel la saludó, desde la ventana de su habitación.

Fidel despide a la entrada del hotel Theresa, en Harlem, a Gammal Abdel Nasser, presidente de la República Árabe Unida (RAU). Acompañan a Fidel el Comandante Juan Almeida y el Capitán Antonio Núñez Jiménez.
Foto: Prensa Latina.

Al mediodía siguiente el modesto hotel fue visitado por importantes personalidades, como el primer ministro de la URSS, Nikita S. Jruschov, y los estadistas Jawaharlal Nehru de la India, Gamal Abdel Nasser de Egipto, Kwame N’Krumah de Ghana, y Ahmed Sekou Touré de Guinea. Como no existía en el inmueble una sala de conferencias, hubo que habilitar un cuarto para esas entrevistas.

El 26 de septiembre de 1960, cuando Fidel inició su discurso en la ONU expresó: “Algunos pensarán que estamos muy disgustados por el trato que ha recibido la delegación cubana. No es así. Nosotros comprendemos perfectamente el porqué de las cosas. Por eso no estamos irritados ni nadie debe preocuparse de que Cuba pueda dejar de poner también su granito de arena en el esfuerzo para que el mundo se entienda. Eso sí, nosotros vamos a hablar claro”. (Con información de Revista Bohemia y Ecured).