Luego del rebrote del nuevo coronavirus, el municipio cabecera se ha convertido en el de mayor complejidad epidemiológica de la provincia. Hasta este viernes se reportaban en dicho territorio cerca de un centenar de casos, distribuidos por los seis Consejos Populares de la ciudad. CUBA ANTE LA COVID-19 (I) (II) (III) (IV) (V) (VI) (VII) (VIII) (IX) (X)
Por: Dayamis Sotolongo
Sancti Spíritus es un cordón amarillísimo de norte a sur y de este a oeste y un hervidero también de contagiados con el nuevo coronavirus, como nunca antes. Y vienen a ser tales estampas, el anverso y reverso de la misma moneda de la COVID-19, que tan azarosamente ha convertido a la cabecera provincial en el escenario más complicado de la enfermedad.
Es un campo minado. De una punta a la otra de la ciudad se han desperdigado los 94 pacientes que hasta este viernes habían resultado positivos al SARS-CoV-2, a tal punto que hoy en todos los Consejos Populares urbanos existen casos. En consecuencia, se han aislado familias enteras, vecinos, compañeros de trabajo, conocidos —actualmente permanecen internados por resultar contactos de una cadena larguísima más de 200 personas— y se han habilitado, solo en el municipio cabecera, siete centros para su aislamiento.
Pero lo más pernicioso de tan enrevesado panorama no resulta únicamente las cifras que crecen hoy y decrecen mañana —curva que tiende sobre todo a elevarse—; sino las réplicas que ya se sienten en Trinidad o La Sierpe, en una urdimbre tan dispersa como contagiosa.
Porque la erupción de la cabecera provincial —el territorio más habitado de la provincia y donde se ubican, por supuesto, los centros de mayor importancia económica y social— podrá seguir sacudiendo a todos en los próximos días, si se tiene en cuenta que de los cuatro eventos que hasta este viernes permanecían abiertos, dos corresponden al área Centro y a la Norte de esta localidad.
Y para seguir añadiendo lava: los cinco controles de focos activos también se enclavan en esta ciudad como es el caso del Hospital Provincial (que ha acarreado hasta ahora siete positivos), el Gobierno Municipal (10), Los Olivos (11) y la cadena de Tiendas Recaudadoras de Divisas (9).
Resulta un entramado tan peligroso como asegurado. Porque para intentar contener los contagios, a sabiendas de lo que implica ser la cabecera provincial el territorio de mayor transmisión de la enfermedad aquí, se han acordonado más de 60 áreas para restringir el movimiento de las personas, se ha limitado la movilidad luego de las siete de la noche y hasta las cinco de la mañana, se ha suspendido la trasportación toda, se han abierto los centros gastronómicos con la oferta de “solo para llevar”; pero, aun así, hay riesgos.
Lo alertaba en días pasados en Escambray la presidenta del Consejo de Defensa Provincial Deivy Pérez Martín: “No debemos atemorizarnos, pero sí tenemos que sentir que hay un peligro: existe transmisión asintomática en el mayor número de los casos. No obstante, aunque se siguen reportando casos positivos, hoy tenemos un control de los focos generadores”.
E insistía, también, en la responsabilidad ciudadana, en el cumplimiento estricto de todas las medidas que se adopten, en el distanciamiento físico, en la permanencia en casa de quienes no requieran poner un pie fuera…
Porque de poco valdría entonces que más de 1 500 personas no salgan ni a la puerta —que es la cifra de habitantes que se encuentran hoy en zonas restringidas—, si a la vuelta de la esquina crece una cola por el pollo que llegó o más allá hay quienes se sientan porque sí en los bancos del bulevar o cuadras arriba, donde no hay cordones, los muchachos se alborotan jugando fútbol.
Dicen que, por regla, la quietud ha tomado las calles; mas siempre hay sus excepciones. Y lo único que no puede soslayarse, menos ahora, es que la responsabilidad nos corresponde a todos, la contención también.
Lo estamos padeciendo sobre todo ahora: la COVID-19 suele contagiar solapadamente y puede agravarse también tanto que —para colmo de males— el paciente reportado en estado crítico y la que se halla grave hoy en Cuba, residen en el municipio cabecera.
Sancti Spíritus no es únicamente hoy una de las dos provincias del país que se mantienen en la fase de transmisión autóctona limitada de la COVID-19, resulta también una especie de fortaleza contra la enfermedad.
Y mientras nos esté sitiando el nuevo coronavirus, seguirá el ulular estremecedor de las ambulancias; el frenazo de las guaguas en medio de la cuadra en busca de los contactos que se deben aislar; las puertas cerradas; las personas con el traje verde, las caretas y los hisopos desandando las calles y las cintas amarillas intentando frenar hasta lo que no se ve. A la vista estaremos viviendo otros días como ahora mismo: entre las cuerdas y la COVID-19. (Tomado de Escambray)