Francisco de Albear: el ingeniero de gran rigor profesional y de alma bondadosa

La obra que consagró a Francisco de Albear lo fue su Proyecto de conducción a La Habana de las aguas de los manantiales de Vento. Foto: Archivo de Granma.

Por: Rafael Novoa Pupo

El Ingeniero cubano Francisco de Albear y Fernández de Lara, reconocido internacionalmente por diseñar el Acueducto de Albear, una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, falleció en La Habana el 23 de octubre de 1887.

Francisco de Albear, nació el 11 de enero de 1816 en el Castillo de los Tres Reyes del Morro, fortaleza donde gobernaba su padre. A los diez años comenzó su carrera militar, y en 1835 partió para España, donde años más tarde se graduó de ingeniero.

Al regresar a La Habana en 1845, lo nombraron Director General de Obras Públicas de la Real Junta de Fomento. A partir de ese momento, proyectó o dirigió numerosas e importantes obras, pero sin dudas la más reconocida, es la que lleva su nombre, la cual comenzó a construirse en 1861.

Albear dedicó el resto de su vida a la construcción del acueducto, en lucha constante contra la falta de fondos, el mal tiempo, y los numerosos problemas técnicos que se presentaban. Cuentan que trabajaba hasta el cansancio, y enfermó de paludismo, por lo que murió sin haber culminado su obra maestra. Más tarde, una firma americana, la terminó el 23 de enero de 1893.

El gran valor de esta obra, es que funciona por la fuerza de gravedad con ingeniosas e inéditas soluciones técnicas, para lo cual Albear realizó un minucioso levantamiento topográfico en 1874, y luego de más de un siglo, se mantiene el suministro de agua a más de un 15 por ciento de la ciudad de La Habana.

Acueducto de Albear. Foto: Habana Radio / Archivo.

Este fue el primer sistema del país que usó aguas del manto freático por medio de pozos que garantizaban un agua potable con más higiene. En 1876 fue reconocida en la Exposición Universal de Filadelfia, y en 1878 en la Exposición Universal de París, donde calificó como una de las construcciones más relevantes a nivel mundial.

En La Habana Vieja, en la calle Monserrate entre Obispo y O´Reilly, está situada la plaza de Albear, en cuyo centro hay una estatua en su honor, del escultor cubano José Vilalta de Saavedra.

Dicen que Francisco de Albear, fue un hombre de recio carácter, con un gran rigor profesional, pero también poseía un alma bondadosa, era cordial, y buen amigo.

Así mismo, tenía una enorme sensibilidad, gustaba de la buena música, y era aficionado a la poesía. En este sentido también dejó su huella en el mundo, como muestran estos versos, en los que se evidencia su indudable modestia, y sencillez: «Así no lauros pido, ni aplausos de la historia: dichoso si he obtenido, que mi feliz memoria, al ver mi tumba, en lágrimas os llene el corazón.» (Con información de Tribuna de la Habana y Ecured).