Camilo y su fidelidad a Fidel y al béisbol

Por: Joaquín Gómez Serra

Hoy se cumplen 61 años de la desaparición física de Camilo Cienfuegos Gorriarán, y el pueblo de Cuba lo recordará siempre, porque con sólo 27 años de edad, fueron muchas las páginas de gloria que escribió en la lucha por lograr la definitiva independencia, junto a Fidel, el Che, Raúl y todos los expedicionarios del Granma, que le hicieron acreedor de los epítetos del Héroe de Yaguajay y El señor de la Vanguardia.

» Contra Fidel yo no voy ni en la pelota». Esa es una de las frases más conocidas del inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos que demuestra la irrenunciable lealtad al líder histórico de la Revolución Cubana.

Muchas veces se ha escrito sobre esta frase o sobre el partido entre el equipo de los Barbudos y el de la Policía Nacional Revolucionaria, pero a la vista de todos están las imágenes de Camilo y Fidel vistiendo su traje, pero pocos se han dado cuenta de que en el uniforme del Señor de la Vanguardia el nombre de Barbudos está dividido Bar budos, con las tres primeras letras a la izquierda y las restantes a la derecha. En el caso de Fidel aparecen primero Barb-udos, una letra en la franja de la botonera- y las restantes a la derecha. Esto tiene su explicación. El 24 de junio de 1959, se programa en el estadio Latinoamericano de La Habana un juego entre el equipo de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los Barbudos que estaba integrado por combatientes del Ejército Rebelde.

Según lo planificado Fidel debía ser el lanzador por los Barbudos y Camilo por la novena de la PNR. Pero cuál no sería la sorpresa para los presentes en el coloso del Cerro cuando salen a la grama los dos Comandantes con el mismo uniforme de los «Barbudos».

Camilo con una mascota de receptor y Fidel como lanzador.

Resulta que cuando el hombre del sombrero alón y la eterna sonrisa se enteró que iban a jugar de contrarios «armó la gorda» y hubo que mandar a confeccionar de manera urgente un nuevo uniforme.

Cuentan los historiadores de la época que la urgencia y la premura a la hora de la confección del uniforme trajeron como consecuencia estas diferencias. Notar que la camisa del Comandante de la Revolución Cubana está dividida por una franela blanca, donde se abotona la camisa, la cual está bordeada por una franja de color oscuro, mientras la del Sombrero Alón, no la tiene.

Con estos dos hechos imperecederos en la memoria y que quedaron para siempre registrados en la historia de la Revolución cubana y en el deporte, comienza en el estadio Latinoamericano el juego de pelota entre Barbudos y la PNR.

Escritos de la prensa de esos años describen que Camilo en conteo de dos strikes sin bolas trató de sorprender al tercera base con un toque, pero la pelota salió de faul. El árbitro principal era Amado Maestri y lo declaró out por regla (ponche).

Fidel, en su única vez al bate, fue dominado en roletazo al cuadro. El pitcheo de relevo de los Barbudos no se comportó a la misma altura de su abridor y el juego terminó 3-0 a favor de los policías.

La afición al deporte nacional de Cuba de Camilo nos traslada a la  anécdota, contada por Pablo Cabrera Piloto, integrante de la Columna 2 Antonio Maceo, la cual reafirma su amor por la pelota: “se encontraban Che, Camilo y otros compañeros; Camilo se había agenciado unos guantes y una pelota de béisbol y organizaron en el área del secadero de café un juego de pelota con dos bases.

“Los equipos eran de seis jugadores: receptor, pitcher, primera, segunda y dos jardineros, capitaneados por Che y Camilo, los dos lanzadores”.

De la forma en que se relata hay que imaginarse los deseos que tendrían de jugar, pues lo hacían en un terreno irregular, y a cada rato la pelota rodaba cuesta abajo, por lo que tenían que interrumpir el partido hasta encontrarla. Al final ganó el equipo de Camilo, no sin antes tener lugar buenas discusiones por los intentos de picardía de ambos bandos.

En Cuba, cada 28 de octubre se recuerda a Camilo Cienfuegos Gorriarán.  A 61 años de su desaparición física su imagen permanece presente como ejemplo de un digno cubano, que hasta el último aliento fue fiel a la Revolución y a Fidel.