Mal Tiempo, importante batalla librada por Gómez y Maceo en el centro de Las Villas

Según algunos diarios de campaña, alrededor de las once de la mañana tuvo lugar la parte esencial del combate, quince minutos cruciales en los que cayeron secciones españolas completas frente a una de las cargas al machete más trascendentales y heroicas protagonizadas por las tropas cubanas en todo el transcurso de la guerra.

Por: Rafael Novoa Pupo

La Invasión a Occidente, con el Generalísimo Máximo Gómez y su Lugarteniente General Antonio Maceo al frente de las tropas insurrectas, fue el hecho militar más audaz de la centuria. Los cubanos derrocharon audacia y valentía en cruentos combates, como el cruce de la trocha de Júcaro a Morón, enclave que les franqueara el camino hacia la provincia de Las Villas.

Presta a penetrar en territorio cienfueguero el 15 de diciembre de 1895, la columna invasora acampaba en las inmediaciones de Cruces, rica zona azucarera de la región central del país, que por su situación estratégica constituyó un centro de capital importancia para las operaciones del ejército colonial. Se calcula para entonces la existencia de entre ocho mil a diez mil efectivos militares entre los cuarteles generales de Las Cruces, y Mal Tiempo.

El mando hispano, había perdido el contacto directo con los cubanos semanas atrás, después de la acción de Siguanea en la zona de Corralillo, mas no por ello descuidó las principales vías de acceso a la jurisdicción cienfueguera; por el contrario, ordenó bloquearlas.

Las tropas cubanas, formadas casi en un solo cuerpo, por la mínima distancia existente entre la vanguardia y la retaguardia, tomaron hacia el noroeste. Cerca de las diez de la mañana pasaron frente al central Teresa, que se disponía a comenzar la zafra, y prendieron candela a los cañaverales. Aun cuando el central contaba con una guarnición española, sus soldados contemplaron el incendio sin hacer fuego contra los mambises, que continuaron su marcha. Un campesino los alertó sobre la posibilidad de que en Mal Tiempo hubiese fuerzas españolas y pudiera producirse un encuentro en el trayecto. Tras un breve intercambio entre Gómez y Maceo, éste ordenó redoblar el fondo de la columna y expresó: Entró la nave en alta mar.

Los primeros disparos provinieron de un grupo de patriotas locales que desde la madrugada efectuaban un velorio cerca del camino de Mal Tiempo, y que divisaron al escuadrón de caballería que protegía la columna española. Maceo oyó estos disparos y mandó imperiosamente a la carga. Él, sus ayudantes y escoltas, ocupaban como siempre el lugar más delantero de la vanguardia y fueron los primeros en lanzarse a galope hacia esa dirección. A poco se les unieron Máximo Gómez y Serafín Sánchez que marchaban al centro, y el Brigadier Luis de Feria, quien defendía la retaguardia. Según algunos diarios de campaña, alrededor de las once de la mañana tuvo lugar la parte esencial del combate, quince minutos cruciales en los que cayeron secciones españolas completas frente a una de las cargas al machete más trascendentales y heroicas protagonizadas por las tropas cubanas en todo el transcurso de la guerra.

En el enfrentamiento se destacaron varios momentos sustanciales: el choque de extrema vanguardia ocurrió sobre las dos de la tarde, cuando una columna enemiga que seguía el rastro de los invasores se batió infructuosamente con su retaguardia sin poder abrirse paso, pues dicha posición fue valientemente defendida por Serafín Sánchez.

Máximo Gómez ordenó la carga al machete y prendió fuego a los cañaverales que rodeaban la guardarraya por donde se aproximaban los españoles, quienes envueltos en llamas, humo, hierro y plomo se retiraron rápidamente al central. Una locomotora que había llegado con un refuerzo de quinientos soldados para atacar el flanco izquierdo de los invasores fue abandonada en la estampida y destruida por las tropas independentistas en unos cinco minutos.

La infantería enemiga no lograba rehacerse, presa del pánico a la vista de los machetes empuñados por los escuadrones al mando de Máximo Gómez. Solo un escuadrón ofreció resistencia, mientras otros grupos sucumbían bajo el acero de los mambises.

Cerca de las cuatro de la tarde, las tropas del Generalísimo aún se encontraban en la zona, y volvieron al primer lugar de la acción. Desde allí divisaron una nutrida caballería que con bandera desplegada y en son de guerra avanzaba hacia ellos. Se prepararon entonces para un nuevo combate, mas esta vez la bandera resultó ser la de la estrella solitaria y las tropas estaban compuestas por cuatrocientos hombres al mando del Coronel Juan Bruno Zayas. Acto seguido Máximo Gómez ordenó comenzar la marcha tras el rastro de Maceo. Así, victoriosas, dejaron las huestes independentistas la zona de Cruces.

En pocas horas culminó el combate de Mal Tiempo, que facilitó a los cubanos la obtención de un considerable botín de guerra, compuesto por más de doscientos fusiles, municiones, caballos, mulas, múltiples equipos, el botiquín, y la bandera y la documentación del archivo, por los cuales se identificó la columna destrozada.

El Ejército Libertador causó alrededor de trescientas bajas al ejército español, de ellas fueron muertos casi la mitad, a lo cual se unió el efecto moral que en una tropa inexperta produjo el filo del machete mambí, transformado de instrumento de trabajo en temida arma bélica. Las fuerzas insurrectas reportaron cuatro muertos e igual cantidad de heridos. Se probó la certera estrategia militar del Generalísimo Gómez y la valentía y disposición combativa de sus soldados.

Mal Tiempo marcó el fin de la primera etapa de la invasión, e inauguró una nueva estrategia y táctica por parte de los independentistas. En el contexto nacional corroboró la decisión y posibilidad real de avanzar hacia Occidente, con la certeza de que nada resistía la carga de sus machetes. En el ámbito local contribuyó a afianzar el movimiento independentista del territorio e hizo sentir con mayor fuerza la política de hostigamiento hacia la población civil por parte del ejército español. (Con información de Periódico 5 de septiembre y Ecured).