Conrado Benítez: “Yo soy de Patria o Muerte”

Por: Ana Martha Panadés Rodríguez y Alipio Martínez Romero

Aunque se enamoraron tiempo después, los trinitarios José Ramón Tápanes Torres y Felicita Zerquera Pomares atesoran vivencias comunes como integrantes de las primeras brigadas de alfabetizadores que llegaron a los más intrincados sitios de la isla para dignificar la vida de los cubanos. Sesenta años después, a él todavía le conmueve la entereza del joven que conoció primero en la escuela de preparación pedagógica en plena Sierra Maestra, luego en un lugar conocido como Las Tinajas en la zona montañosa de Pitajones, del municipio de Trinidad.

“Conrado Benítez iba camino a la escuela cuando un campesino lo interceptó y lo alertó del peligro, los alzados lo esperaban para matarlo, pero el joven no se atemorizó; el padre del campesino hasta se arrodilló para intentar detenerlo a lo que él respondió, “yo soy de Patria o Muerte”.

Y siguió camino hacia la finca San Ambrosio, en el aula donde reunía de día a los niños y en las noches a los mayores. Regresaba de unos días de descanso por fin de año con libros y juguetes para regalar a sus alumnos. Cuánta inocencia masacrada. Una de las bandas contrarrevolucionarias que sembraron el terror en aquel lomerío, dirigida por Osvaldo Ramírez lo capturó y asesinó.  Su cadáver fue encontrado junto al de los campesinos Eliodoro Rodríguez, Luis Conesa, Antonio Navas, el Currito, y otro cuerpo no identificado.

Era el 5 de enero de 1961, apenas se iniciaba una de las más épicas batallas libradas en la isla en los primeros años del triunfo de la Revolución. “Sabíamos que era una tarea difícil -rememora Felicita- pero había que cumplirla; Fidel Castro se comprometió ante las Naciones Unidas de acabar con el analfabetismo en nuestro país y Cuba se convirtió en ejemplo para todo el mundo.”

Conrado Benítez García había nacido en Matanzas, el 19 de enero de 1942. Con apenas 18 años de edad y mientras estudiaba el bachillerato integró el primer contingente de maestros voluntarios.  José Ramón Tápanes lo conoció en la escuela de capacitación pedagógica El Meriño, cerca de Minas del Frío, en la Sierra Maestra:

“Era un muchacho con mucha fortaleza física, había ganado competencias de carreras, por lo que le se ocupó de entregar la correspondencia; siempre fue muy responsable y rápido en hacernos llegar las cartas de nuestros familiares. También lo vi echarse al hombro los sacos de arroz como si nada.”

El crimen conmocionó a Cuba, el Comandante en Jefe Fidel Castro denunció el odio desatado por Estados Unidos que financió el bandidismo en las montañas del Escambray. En memoria del joven nacieron las brigadas de alfabetizadores Conrado Benítez. Faroles y cartillas alumbraron los trazos de una generación que aprendía y de otra que enseñaba. Felicita Zerquera Pomares se siente parte de esa historia.

“Su muerte hizo mover las fibras más sensibles de la nación, él era un muchacho humilde, noble, fue un hecho inconcebible, `pero ninguno de los que participamos sintió miedo, por el contrario, muchos otros se alistaron. Yo era muy joven, pero me enamoré aún más del magisterio. La campaña de alfabetización nos enseñó porque dimos y recibimos, fue una etapa muy linda y la alegría más grande fue que protagonizamos una epopeya para Cuba y la humanidad.”

El 22 de diciembre de 1961 Cuba se declaró primer país de América Latina libre de analfabetismo. 60 años después Conrado Benítez García vive en los miles de educadores y en esa obra de infinito amor.