A los Gallos el uniforme del play off les queda muy grande

El pitcheo y la defensa los dos parámetros de juego más malo de los Gallos en el play off

Por: Joaquín Gómez Serra 

Cuando salió el largo batazo de Geisel Cepeda y la esférica remontó al jardinero central pinareño, salté y grité eufórico. La algarabía en mi cuadra era mayúscula, mis vecinos Machado y su padre Fernando, dos acérrimos seguidores de los Gallos gritaban a toda voz en el balcón de su casa.

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La tropa de Eriel hacía la hombrada de someter a un tirador de más de 90 millas, al derecho Raidel Martínez, con experiencia en la liga profesional japonesa. Luego de liquidar por la vía de los strikes a Baguet permitió cohete del trinitario Rodolexis Moreno, regaló pasaporte gratis a Daviel Gómez, Frederick Cepeda trajo la primera del inning con cañonazo al bosque izquierdo, y su primo Geisel el empate y la ventaja con doblete al jardín central.

El marcador se puso 8 carreras a 7, y ahora los Vegueros, iban a su último chance. Pero la felicidad duró poco, diría yo que relativamente poco. Después de cuatro entradas de actuación monticular el derecho Pedro Álvarez no pudo aguantar la toletería del mejor tabaco del mundo, y el score se abrazó a 8 carreras.

Y para mi entender, Eriel se volvió a equivocar con abrir el final de noveno con Pedrito, el cual ya había cumplido dos actuaciones de lujo, en el primer partido, y ahora en el tercero. Pinar igualó el pizarrón por boleto a Irandi Hernández y doblete de Luis Pablo Acosta. Entonces, la dirección de los perdedores trajo a Yoen Socarrás, y sofocó la rebelión veguera.

Pero en el final del décimo los ganadores iniciaron con batazo de dos bases de Blanco, ante lo cual Eriel optó por transferir a Yaser Julio y Pedro Luis Rodríguez se sacrificó. Con bases llenas por el boleto a Frank Raúl González se produjo rolata al campo corto de Acosta, jugada en que falló el torpedero Daviel Gómez. Así se produjo la anotación del éxito vueltabajero, y el adiós definitivo de los Gallos en los cuartos de finales.

Veleidades que tiene el béisbol. Los ahijados de Alexander Urquiola, primero, entraron como octavo clasificado porque nos escogieron como sus rivales, después nos ganaron 3-0, nos humillaron con un fuera de combate de 15 carreras a 4, y ahora, definitivamente, el que como decimos los cubanos “chifló” para entrar le ganaba al dueño del primer lugar de la etapa clasificatoria.

Y aquí cabe el axioma futbolístico español: “fueron como nunca, y regresaron como siempre”. Es verdad, que sin justificación de ningún tipo, los Gallos descendieron en su rendimiento y en su forma deportiva tras 15 días de cuarentena en el hotel Rancho Hatuey, tras el contagio de uno de sus peloteros con la COVID-19.

Hasta allí fueron los mejores. Ante la euforia de la fanaticada, di mi criterio antes de iniciar el play offs, y dije que mi pronóstico era muy conservador. Primero, porque la historia pesa, y año tras año, nos sucede lo mismo o casi lo mismo, pero además, las bibliografías consultadas manifestaban que un deportista de alto rendimiento al interrumpir los entrenamientos o la competencia, por cualquier motivo, durante 15 días, perdía reflejos visuales, y su rendimiento descendía entre un 15 y un 20 por ciento.

Desde allí empezó la muerte súbita de los peloteros espirituanos ante un equipo Pinar del Río que llegó en mejor forma, sus bateadores, aunque no son extraclases estaban ajustados, con un pitcheo de otra galaxia, con tres cerradores monstruos como Frank Luis  Medina, y los firmados en la liga japonesa, Liván Moinelo, tres veces campeón del segundo mejor béisbol del mundo, y del apagafuegos Raidel Martínez, líder de esa liga, con 27 salvamentos.

Pero las estadísticas, esa sazón que le pone el gusto al deporte de las bolas y los strikes, enseñan que tenían que volverse unos magos para poder  pasar la prueba ante Pinar del Río. El bateo espirituano en tres partidos estuvo muy bien, diría que excelente, su average fue de 290, con 31 hits en 108 veces al bate. Destaque para el señor pelotero Frederich Cepeda, que tras su convalecencia al ser hospitalizado por presentar síntomas de COVID-19, se echó el bate al hombro, y como siempre, mostró con su calidad excepcional al promediar de 10-5, para average de 500, 6 carreras impulsadas, y un cuadrangular, el 22 en postemporada.

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Geisel Cepeda, lesionado en un pie, al igual que Daviel Gómez promediaron de 10-4 para 400; Alberto Rodríguez (12-4) para 333 con 2 carreas remolcadas, Loidel Rodríguez, de 6-2 (333), Rodolexis Moreno, de 14-4 (286 AVE), mientras Yoandi Baguet y Yunior Mendoza compilaban de 12-3, para average de 250, con 3 y una carrera remolcadas, respectivamente.

Las armas desastrosas de los Gallos, su pitcheo y la defensa. Indiscutiblemente los lanzadores yayaberos perdieron parte de su forma deportiva y trabajaron para altísimo promedio de carreras limpias de 9.91, en 26 entradas y un tercio fueron castigados con creces, al permitir 29 carreras limpias, recetaron 20 ponches y regalaron 16 pasaportes gratis en tres partidos para promedio de 5,3 por juego.

Pinar del Río cerró el pase de escoba anotándole 33 veces a los lanzadores de los Gallos, con 44 hits y 18 extra bases (14 dobles, un triple y tres jonrones). Sí, el mismo lineup que bateó en la clasificatoria para línea de .255/.353/.370, se creció al nivel de apalear al pitcheo espirituano promediando .364/.447/.570.¿Puede algún equipo pensar en ganar, si después de que su pitcheo fuera el segundo mejor de toda la campaña, ahora lo destrozaran?

La defensa, el departamento más débil en la etapa clasificatoria, ahora fue otro desastre, al defender para anémico 941, con 7 errores en 119 lances. Las pifias de la defensa también desestabilizaron a los lanzadores.

Lamentablemente, la combinación de antesalista y torpedero conformada por Rodolexis Moreno (3B) y Daviel Gómez (SS), no pudo superar el historial negativo de sus 42 errores durante la temporada regular —el 48% de los cometidos por el equipo—.

Daviel, cometió tres pifias, el right fild Alberto Rodríguez dos más, y otra de Rodolexis y el cátcher Yunior Ibarra, respectivamente.

En sus ansias de ganar el alto mando espirituano cometió varios errores al mover su pitcheo, diezmado por su descenso físico y mental, la falta de entrenamiento debido al azote de la COVID-19, y la lesión en su brazo de lanzar del mejor apagafuegos de la campaña, el derecho Yankiel Mauri, así como en desaciertos  en el orden de utilización de sus relevistas, y la equivocación fatal de transferir a Lázaro Blanco para que Socarrás le lanzara a William Saavedra, bateador que le había sacado anteriormente al Soca tres pelotas fuera del parque en juegos de postemporada.

Blanco, en tres play off, batea solo 244 y no ha pegado jonrones, mientras que Saavedra, en siete apariciones en juegos de este tipo, tiene 21, además de ser el bateador de más slugging en postemporadas, con 645 y promediar 335.

Terminó la tragedia de estos tres partidos donde los aficionados espirituanos y sus seguidores sufrimos, y aunque los Gallos se ubican finalmente en el quinto lugar de la 60 Serie Nacional de Béisbol, clasificaron a la postemporada como nunca y regresaron como siempre. El uniforme del play offs les queda muy grande.