Por: José Rafael Gómez Reguera
La radio, ya se sabe, puede llegar hasta a los más apartados rincones. Con muy pocos recursos, es capaz de acompañarnos, informarnos, llenarnos de regocijo, hacernos reír y llorar, alejar soledades, transportarnos a lejanos parajes jamás visitados, embriagarnos…
En este Día Mundial de la Radio, desde predios sureños también se festeja esta fecha fijada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), porque hay un camino transitado, experiencias, resultados e insatisfacciones, y sobre todo, retos.
Conseguir una programación lo más acorde al gusto popular no resulta fácil. Mucho menos crecer en tiempo, como quisiéramos la mayoría, con programas “hechos en casa”, sin tener que recurrir a enlatados o espacios de agencias, porque resaltar la esencia de esta Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, y además, Ciudad Creativa de la UNESCO, ha de ser lo primordial.
Compromisos no faltan en una planta que también “salta” al mundo en audio real, desde las 7 am hasta las tres de la tarde, y que en textos, fotos y vídeos, también lleva la realidad trinitaria, junto a todo el ámbito nacional, más allá de nuestras fronteras, gracias a Internet.
Fechas como esta son, por tanto, puntos de referencia para ir en pos de nuevas formas de hacer y hacer realidad esa máxima de que somos “Sonido para ver”, desde una patria que se construye día a día.