COVID-19 en Trinidad, el peligro latente

Foto: José Rafael Gómez Reguera

Por: José Rafael Gómez Reguera

Por estos días no hay sosiego en predios de Trinidad, la Ciudad Museo del Caribe. El peligro de la COVID-19 acecha, aún cuando haya jornadas en las que no se informe oficialmente de ningún nuevo caso. Hoy, desafortunadamente, el territorio amaneció con la infausta noticia de que de los 16 nuevos casos reportados en la provincia de Sancti Spíritus, cuatro corresponden la Tercera Villa cubana, 3 contactos de casos confirmados y 1 sin fuente de infección precisada.

Son cifras para extremar las medidas de precaución porque sin el cuidado de todos y cada uno de nosotros, los picos no bajarán. Si no adoptamos medidas al interior del hogar, y en nuestro comportamiento ciudadano, nos exponemos, en el orden personal, y nuestra familia corre el riego de enfermar. Si hay adultos mayores, generalmente con otras dolencias, todo es peor.

De los días transcurridos de febrero, en siete se han reportado nuevos casos positivos, con 13 personas portadoras del SARS-CoV-2,  once contactos de casos confirmados anteriormente y dos sin fuente de infección precisada al momento del diagnóstico.

Si hasta dos meses atrás, para el país informar cien positivos en un día era algo inaudito, durante enero vivimos, jornada tras jornada, cifras sin precedentes en el número de casos, hasta llegar al tope de 1 044 confirmados en solo 24 horas, según el MINSAP, al cierre del primero de febrero. Ese día Trinidad no reportó ningún caso, pero las subsiguientes jornadas demostraron lo dicho una y mil veces: lo peligroso del coronavirus, entre otras causas, por su alta contagiosidad.

A pesar de los contantes llamados de las autoridades nacionales y locales a elevar la percepción del riesgo y ganar en responsabilidad, todavía la indisciplina ciudadana se mantiene en nuestras calles, y todo presagia nuevos contagios.

Ciertamente hay que salir a comprar alimentos y productos para solucionar necesidades vitales del ámbito familiar. Pero nada justifica que unos estén prácticamente encima de los otros, como se observa a diario a la entrada de comercios en MLC y hasta en las panaderías, tanto las que proporcionan la cuota normada como las de la Cadena Cubana del Pan.

Aunque se nota el esfuerzo de algunas administraciones, y de personas encargadas de velar por el orden, persisten individuos en acaparar para revender, no siempre dispuestos a aceptar, de buena gana, el consejo de que usen correctamente el nasobuco, razón más que suficiente para que se haga presente, como en etapas precedentes, la Policía Nacional Revolucionaria, en aras de imponer el orden.

Ejemplos positivos no faltan; tampoco los negativos, a solo pasos del actual centro urbano trinitario. Las autoridades sanitarias siguen ofreciéndonos sus mensajes de alerta y sus consejos, pero para muchos, ya eso es letra muerta. Tal parece que eso de “a mí no me va a tocar” se incrementa. Y ante tal realidad, cabe preguntarse: ¿Quiénes nos perjudicamos? Evidentemente todos.