Trinidad de Cuba: crecen los casos positivos de la COVID-19

Trinidad inicia el mes de marzo con una compela situación epidemiológica

Por: José Rafael Gómez Reguera

En la céntrica calle Antonio Maceo (antigua Gutiérrez), resuenan las sirenas de las ambulancias continuamente. Los vecinos están acostumbrados a ello, a pesar de la habitual tranquilidad de la ciudad de Trinidad, al centro sur de Cuba. Pero en estos meses, cada ulular del servicio de transporte de Salud Pública hace crecer el temor, ante el incremento de los casos de la COVID-19 en el territorio.

Al amanecer de este jueves 4 de marzo fueron dados a conocer otros cinco casos positivos del SARS-CoV-2, 4 de contactos de casos confirmados y 1 sin fuente de infección precisada.

Ayer miércoles (según el parte con cierre a las 12 de la noche del día anterior) fue un caso, contacto de un caso confirmado.

Al amanecer del día dos de marzo (con cierre al término del día primero), no se dio a conocer ningún nuevo caso positivo correspondiente al municipio, pero el parte del primer día de ese mes, informaba que en las últimas horas de febrero, de los 28 casos que correspondían a la provincia de Sancti Spíritus, 8 eran de Trinidad, 6 contactos de casos confirmados y 2 sin fuente de infección precisada.

Hay, entonces, motivos para que las ambulancias vengan y vayan en el traslado de las personas positivas o sospechosas, mientras las tripulaciones de choferes y paramédicos asumen fuertes medidas de protección personal: “Tenemos que asegurarnos de que los pacientes sean trasladados con toda la seguridad posible, pero también nos cuidamos unos a otros, porque de eso depende el optimo funcionamiento del servicio de ambulancias, y de las instituciones de Salud”, me decía uno de ellos.

¿Qué habrá sucedido esta vez? ¿Será un accidente?, preguntaba una vecina, sabedora de que no obtendría respuestas. Nadie las tenía. Solo fijarse al final de la calle, si el transporte sanitario se detenía a las puertas del área pediátrica o del Hospital General en sí. Pero los temores crecen, y muchos se cuidan; otros no tanto.

“Nunca salgo sin nasobuco, y trato de estar a prudente distancia de las demás personas cercanas”, comentaba una anciana en la cola de la panadería “El Destino”, de la calle Santo Domingo, impaciente porque aquello parecía lo de nunca acabar, por la lentitud del servicio, por un lado, porque muchos estaban encimados los unos a los otros, porque a pesar de haber dos dependientes, y ellos exigir que solo una persona podía acceder al local, solo uno atendía al público, con guantes, sí, pero cobraba, cogía el pan del estante y lo entregaba a los clientes. Entonces… ¿de qué higiene estamos hablando?”, me decía la señora.

Otra protestaba porque las personas no guardaban la distancia necesaria, cuestión que a pocos parecía importarle. Esa misma señora no dejaba de hablar con el nasobuco en la barbilla, y cuando alguien, en buen tono, le llamó la atención, enseguida reaccionó: “Es verdad, no somos cuidadosos. Yo misma hablo y hablo y estoy casi encima de ti”.

Pero eso de estar más cerca unas personas de las otras se repetía en la cola de la antigua TRASVAL, en la calle Lino Pérez, y poco más abajo, la misma o peor escena a las puertas de la tienda La Amistad, que vende en MLC. Y hasta en la placita de la esquina de Borrell y Lino Pérez. Y otra vez algo parecido en la carnicería de la calle Borrell, donde antes funcionara el popular El Siboney, ya en su segunda y fenecida ubicación. Cuando pregunté qué vendían, alguien me respondió: “picadillo, hamburguesas y otras cosas, pero fíjate cómo está esto. La gente no respeta el orden y desorganizan la cola…”

Cerca de la zona del Hospital General, al menos dos casos sospechosos, luego confirmados. “Han aislado a toda la familia, ya dos han sido confirmados, y hasta un pequeño que se dice asintomático”,  me responde una vecina de la calle Jesús Betancourt. Luego, los compañeros de la Campaña Antivectorial explicaba: “Estamos fumigando para evitar el dengue, pero nos han alertado de casas a las que no podemos entrar por cuestiones de sospecha del coronavirus”. ¿Y qué hacen entonces, pregunté: No podemos entrar. Las viviendas son fumigadas antes de que los casos sospechosos la abandonen y luego se cierra, y se alerta al vecindario.

Lo cierto es que mientras fluye la información de positivos o sospechosos, y hay temores infundados en los que por una razón u otra deben salir a la calle a resolver necesidades personales o familiares, otros están por doquier como si nada aconteciera, comiendo y fumando en plena vía pública.

Muchas veces se ha informado sobre los avances de los científicos en la creación de vacunas anti COVID-19. Las noticias son esperanzadoras. Avanzan las pruebas en diversas fases. Pero mientras ese momento de la inmunización llega, no pocos estamos expuestos al peligroso enemigo que casi ha paralizado a Trinidad, una de las más lindas ciudades cubanas, y echado por tierra planes económicos estatales y del sector privado. Y otros, de manera irresponsable, alegan lo consabido: “No me va a tocar. No voy a tener tan mala suerte”. ¿Será así? No lo creo…