Por: Juan Carlos Naranjo
Muy breve fue la estancia en Trinidad del Barón Alejandro de Humboldt, apenas unas horas. Sin embargo la impronta del ilustre investigador quedó de por vida en la ciudad.
Un hombre de ciencia como lo fue el desaparecido Alfredo Rankin Santander, hizo vitalicia su presencia en el museo de Arqueología Guamuhaya que él fundara.Sacaba a la luz la efigie del sabio alemán que le deslumbraron las luciérnagas en el camino hacia el puerto de la villa.
“Este busto se encontraba en un almacén de la Academia de Ciencias de La Habana y en una de las visitas de Rankin a la capital lo solicita y se le hace la donación, entonces lo traslada en el maletero de su carro hasta el museo trinitario.”
La explicación la ofrece Diana de La Calle Jiménez, especialista principal de la institución cultural, antes Museo de Ciencias Naturales, Alejandro de Humboldt quien agrega que la obra fue fundida en bronce por el escultor cubano Hipólito Nodarse Hernández.
“El busto ha recibido varias restauraciones por el Equipo de la Oficina del Conservador de la ciudad dedicado a esos menesteres. Un detalle significativo es que fue fundido en Cuba, además el rostro tallado revela a un hombre de unos 40 años, pero según las fuentes bibliográficas él vino con menor edad a la villa”.
Las crónicas de la época dan cuenta que Humboldt llega a Trinidad para pertrecharse de agua y alimentos, viajaba desde Batabanó acompañado del naturalista, médicoy botánico francés Aimé Bonpland, bordeando toda la costa sur. Entran a lomo de mulos y salen al día siguiente en calesa con todos los honores.
El busto del naturalista alemán, situado en el patio del Museo de Arqueología Guamuhaya, despabila el interés de los visitantes, es blanco de constantes flasheos.
“En el discurso museológico cuando se habla de a casa nos referimos a las personalidades más encumbradas que visitaron la misma y por supuesto, la figura de Humboldt sobresale porque el 14 de marzo de 1801 él participa en la tertulia que se hacía en el inmueble, propiedad de la estirpe Padrón. Lo deja escrito en su libro “Ensayo político de la isla de Cuba”.
Hoy se conserva la casa que dio hospedaje al ilustre científico en la calle del Cristo de la Veracruz, propiedad en la colonia del capitán José Tomás Muñoz, Administrador de la Real Hacienda.
Fructífera fue para la posteridad la corta estancia por estos lares del Segundo descubridor de Cuba, nombrado así por José de La Luz y Caballero.
“Fue un hombre que se opuso a la esclavitud, pero indagó sobre el proceso de fabricación de azúcar, hizo mediciones en la ciudad y sus observaciones fueron muy importantes para conocer la geografía propia del entorno citadino en la época.”
Diana de La Calle Jiménez, especialista principal del Museo de Arqueología Guamuhaya nos confirma lo que sabemos muchos: fue la institución la segunda casa de Alfredo Rankin Santander, su fundador a quien la ciudad le agradecerá siempre, la presencia vitalicia del Barón Alejandro de Humboldt.
“Y es que a partir de su presencia en la ciudad se trazó la ruta de Humboldt que impartió talleres, promovió encuentros e inauguró una exposición con todo el periplo de la ilustre personalidad.”
Trinidad se precia de contar hoy con uno de los pocos bustos que se exhiben en la isla del excelso sabio alemán.