
El papa Francisco consideró hoy indigno que alguien piense ávidamente en sus propios intereses mientras todos somos castigados por la crisis pandémica, especialmente en este país donde los conflictos causaron tanta miseria.
Francisco apuntó que no habrá paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos, mientras los demás sean ellos y no nosotros y las alianzas sean contra alguien, porque, añadió, ‘las alianzas de unos contra otros sólo alimentan las divisiones’.
La paz, dijo, no reclama vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas quienes, no obstante las incomprensiones y heridas del pasado, caminen del conflicto hacia la unidad, lo cual exhortó a pedir en oración para todo el Medio Oriente y, en particular, para ‘la vecina y martirizada Siria’.

El papa dedicó una buena parte de su discurso a exaltar la figura de Abraham, nacido en la Llanura de Ur y reconocido como punto de convergencia entre judíos, musulmanes y cristianos.
Desde este lugar manantial de fe, desde la tierra de nuestro padre Abraham, afirmamos que Dios es misericordioso y la ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano, dijo.

La hostilidad, el extremismo y la violencia no surgen de un alma religiosa: son traiciones a la religión. Y los creyentes no podemos callarnos cuando el terrorismo abusa de la religión, subrayó el papa.
A continuación, Francisco pronunció la Oración de los hijos de Abraham, quienes suplicaron a Dios abrir ‘nuestros corazones al perdón recíproco y hacernos instrumentos de reconciliación, constructores de una sociedad más justa y fraterna’, entre otros deseos.
Tras concluir el encuentro interreligioso, el pontífice emprendió el viaje de regreso a Bagdad donde celebrará una misa en la Catedral Caldea de San José, última actividad prevista en la segunda jornada de su visita apostólica a Irak. (Agencia Prensa Latina).