María Antonia, la mujer que brindó protección a los expedicionarios en México

María Antonia González, a la derecha de Fidel Castro, durante el exilio del líder de la Revolución cubana en la capital mexicana Foto: Internet
María Antonia González (izq), con Fidel Castro, durante el exilio del líder de la Revolución cubana en la capital mexicana Foto: Internet

Por: Rafael Novoa Pupo

María Antonia González Rodríguez fue la gran anfitriona de la emigración revolucionaria en México, de aquellos que, junto a Fidel Castro, marcharon a la nación azteca con el sueño de ser libres o mártires en 1956, y que hallaron en su casa refugio seguro.

Por aquellos días en México, ya María Antonia se había acogido a la condición de emigrante familiar, al formalizar su relación con el luchador Dick Medrano, y fijar su residencia en ese país.

Al principio seguía a su esposo en las giras que realizaba por Norte y Centroamérica, pero con la llegada de su hermano Isidoro procedente de Cuba, el matrimonio alquiló un apartamento en Emparán 49 entre Edison y Juárez, una vivienda que pronto entraría en la historia de Cuba.

En México, los muchachos, como María Antonia González llamaban a los moncadistas exiliados en ese país, comenzaron a ir todos los días a almorzar a su casa, y siempre le llevaban otro revolucionario que también estaba pasando trabajo.

Cuando Fidel llegó a la capital mexicana, se convirtió en visita continua como ya lo era Raúl, quien había precedido a su hermano en la marcha al exilio. Allí, una noche el líder de la Revolución conoció al médico argentino Ernesto Guevara, quien, tras horas de diálogo con él, se enroló en la futura expedición para derrocar a la tiranía batistiana.

Durante los preparativos que desembocarían en la expedición del yate Granma, María Antonia continuó colaborando con los revolucionarios, y cuando se supo detectada por agentes corruptos del Servicio Secreto mexicano vendidos a Batista, cambió de domicilio y se estableció en Coyoacán 123 esquina a Bajío.

Su última ubicación, antes de la partida del Granma, sería el motel Chulavista en Cuernavaca. Allí en compañía de Cándido González, Fidel se despediría de ella para partir hacia las costas cubanas. Tras el derrocamiento de la tiranía, María Antonia continuó fiel a Fidel, y la Revolución.

María Antonia González Rodríguez murió en la capital mexicana el 3 de abril de 1987. El Che al escribir su carta de despedida a Fidel expresó: «Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos…» (Con información de Cubaperiodistas y Ecured).