14 de abril de 1896: Maceo inicia y libra los combates en Lomas de Tapia

Por: Rafael Novoa Pupo

El 14 de abril de 1896, a las 14:00 horas, tropas españolas de las tres armas, en número de unos 3 000 hombres bajo el mando del general Suárez Inclán, y los coroneles Valcárcel y Villa, atacaron simultáneamente por Lechuza y Tapia. Las avanzadas cubanas contuvieron el primer asalto. Maceo, que se hallaba a unos dos kilómetros de distancia, acudió al lugar, donde el enemigo se había logrado desplegarse y ocupar una posición ventajosa desde donde abrió fuego contra el Estado Mayor cubano, ocasionando siete bajas.

Además, maniobrando en dos grupos, pudo dominar el campo, pero la escolta del jefe cubano ocupó una colina cercana y sostuvo la acción dando tiempo a que llegara la infantería mambisa. El combate se prolongó sin cambios sustanciales hasta la caída de la noche. El enemigo se estableció en las lomas de Guasimal, y Maceo acampó en la finca San Sebastián, a unos dos kilómetros de los españoles. Luego al amanecer del 15 de abril se reanudó el combate. El enemigo abrió fuego con su artillería contra la cima de la loma del Vigía y simultáneamente atacó las emboscadas dejadas por Maceo la noche anterior.

Esto sirvió de señal para que los insurrectos se escalonaran y ocuparan todas las quebradas de la elevación, obligando al adversario a fraccionar sus fuerzas para repeler dos ataques simultáneos. El jefe cubano se proponía obligarlo a moverse hacia lugares menos ventajosos para su infantería y fatigarlo. Este plan se cumplió exitosamente, pues al cabo de una hora el combate se había desplazado hacia los cañaverales de San Francisco, donde la retaguardia cubana se batía con el grueso de la tropa hispana.

En ese lugar Maceo dislocó ocultamente un escuadrón del Regimiento Narciso, y mientras que el adversario avanzaba tras los cubanos haciendo fuego con su artillería, estos, mediante una hábil maniobra de flanqueo, salieron por la retaguardia española y regresaron al campamento de Tapia a las 14:00 horas. En resumen, unos 150 patriotas mantuvieron en jaque a los 3 000 españoles durante siete horas. Las tropas coloniales se dirigieron al ingenio Luisa, en el camino de Bahía Honda.

Días después, la decimotercera batalla el 23 de junio, ocasionaba la herida número 24 en el cuerpo de Maceo, esta vez en su pierna izquierda. Tras el impacto de la bala lo condujeron en una camilla improvisada hacia un lugar seguro para proceder a la primera cura.

Pese a su condición, el Lugarteniente General no dejó de dirigir las acciones hasta el cese del fuego al anochecer, mientras las fuerzas mambisas tuvieron cinco muertos y 24 heridos.

Según consta en documentos históricos, unos 10 batallones de la compañía de González Muñoz aparecieron en el camino de Manuelita, e inmediatamente se dio la voz de alarma en el campamento insurrecto.

Lechuza, Manuelita, Guasimal, Loma Verde y Tapia fueron las posiciones ocupadas por los jefes mambises y sus hombres. Maceo no se encontraba en el campamento en el comienzo de la ofensiva, pero a su llegada ocupó un puesto en la línea de avanzada de los tiradores, centro de los disparos adversarios.

En todo el escenario de Tapia se mostró resistencia, así como en algunos lugares aledaños por donde avanzaba el enemigo. El Titán poseía huestes diezmadas y tuvieron que retirarse rumbo a la loma del Flamboyán.

Dos oficiales lesionados y 10 soldados graves, registraron los españoles en su reporte, como resultado de las acciones de los días 20, 21 y 23.

Otros 13 combates libraron los criollos en Lomas de Tapia desde el 14 de abril hasta el 24 junio, fecha en que retomaron el enfrentamiento de la jornada precedente y detuvieron la ola de destrucción de rancherías y sembrados de los colonialistas antes de abandonar el sitio.

Los insurrectos nunca superaron en cifra a sus contarios, pues no sobrepasaron los 250 hombres aptos para la lucha, factor que no limitó la defensa de las posiciones y el ataque en muchas oportunidades.

Antonio Maceo denominó al conjunto de pugnas desarrolladas en esa región “peleadero de Tapia”, y una vez más demostró la importancia de aprovechar las características del terreno para asumir el embate de tropas superiores en personal y armamentos.

El general y periodista José Miró Argenter expresó en una ocasión que los combates culminaron por cansancio de unos y otros, lo que sin dudas evidencia el valor de las tropas cubanas, y también de las españolas, capaces de disputar hasta las últimas fuerzas.

A más de un siglo de los sucesos, los pinareños evocan el arrojo del Lugarteniente General, quien en su segunda estancia en la provincia supo levantar las banderas independentistas como en la Invasión a Occidente, considerada por muchos la hazaña militar más importante del siglo XIX. (Con información de Agencia Cubana de Noticias y Ecured).