Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
La familia es horcón y orgullo. Los expertos proponen miles de clasificaciones, pero más allá de conceptos y definiciones, desde el corazón, es el refugio amoroso para educar e inculcar valores y también pararecibirlos. Es escudo infranqueable contra todas las adversidades, espacio de sanación y de crecimiento.
La pandemia ha puesto a prueba sin dudas el valor de la familia ante el llamado de permanecer en casa para prevenir el riesgo de contagio. Puertas adentro del hogar se refuerzan virtudes como la disciplina, la prudencia y el espíritu de colaboración. Todos participan en este aprendizaje: niños, adolescentes, jóvenes y hasta los adultos.
Los padres devienen sostén imprescindible; algunos en la casa a tiempo completo para permanecer al cuidado de sus hijos, otros en puestos de labor decisivos en función de la producción de bienes y servicios, e incluso, en el enfrentamiento a la COVID-19. Todos reinventando rutinas y hasta asumiendo el rol de maestros y acompañar así a la escuela en ese gran desafío que es la educación a distancia.
La celebración invita a compartir nuevos momentos con nuestra familia; el aislamiento social ofrece oportunidades para fortalecer los vínculos entre los miembros del hogar desde el respeto, la comunicación, la solidaridad y la tolerancia. De esta forma nos preservamos del nuevo coronavirus y salvamos ese espacio maravilloso que es regazo e inspiración.
Protegernos, proteger a los nuestros quedándonos en casa, constituye la mejor muestra de amor para celebrar este 15 de mayo el Día Internacional de las Familias bajo la sombra del virus SARS-CoV-2, pero con los mismos deseos de abrazar y cuidar a las personas que queremos.