13 de agosto de 1959: El Comandante en Jefe Fidel Castro neutraliza en Trinidad primera conjura contrarrevolucionaria

Fue decisivo el protagonismo de Fidel en las operaciones de inteligencia que desarticularon en 1959 la conspiración trujillista contra la naciente Revolución Cubana. Foto: Archivo.
Fue decisivo el protagonismo de Fidel en las operaciones de inteligencia que desarticularon en 1959 la conspiración trujillista contra la naciente Revolución Cubana. Foto: Archivo.

El 13 de agosto de 1959 en la ciudad de Trinidad, y bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, la Revolución neutralizó la primera conjura contrarrevolucionaria al frustrar una invasión organizada por el tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo que supuestamente iba a ser respaldada por un levantamiento armado interno

Por: Rafael Novoa Pupo

El 13 de agosto de 1959 en la ciudad de Trinidad, y bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, la Revolución neutralizó la primera conjura contrarrevolucionaria, al frustrar una invasión organizada por el tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo, que supuestamente iba a ser respaldada, por un levantamiento armado interno.

Aquel hecho ha trascendido como “la conspiración trujillista”, a pesar de que, en su comparecencia ante las cámaras de la televisión al día siguiente, Fidel puntualizó que la participación del dictador dominicano en las actividades anticubanas, era solo un aspecto circunstancial, ya que los verdaderos enemigos de la nación y de la Revolución, eran los intereses creados extranjeros, forma eufemística para referirse al gobierno de Estados Unidos. En tal sentido pocos días antes el 26 de julio, el máximo líder de la Revolución había expresado una idea semejante cuando expresó: “Nuestros enemigos son los grandes intereses, los grandes monopolios, los grandes intereses creados de la oligarquía internacional”.

En el plan perfilado por la CIA y el tirano Trujillo para derrocar a la Revolución, el golpe definitivo consistía en un proyectado levantamiento armado en el centro del país, apoyado por un desembarco aéreo, cerca de la ciudad de Trinidad, de una brigada de exmilitares batistianos, y una fuerza mercenaria organizada por Trujillo, conocida como Legión Anticomunista del Caribe.

Meses atrás, en marzo de 1959, algunos representantes de la mafia ítalo-norteamericana habían propiciado la relación conspirativa entre el dictador Trujillo y William Morgan, quien ya desde febrero de 1958 trabajaba activamente para la CIA, la cual lo utilizó para penetrar y convertir la jefatura del II Frente Nacional Escambray (FNE), grupo insurreccional que operaba en esta región montañosa contra el Ejército Rebelde e involucró y captó posteriormente a su jefe, Eloy Gutiérrez Menoyo, participante directo en esta conspiración.

El Comandante en jefe Fidel Castro, dirigió directamente las operaciones de captura de los complotados en la capital. Luego las operaciones se trasladaron hacia la ciudad de Trinidad, en cuyos alrededores ya se encontraban desplegadas las Fuerzas Tácticas de Combate del Centro, al mando del comandante Filiberto Olivera Moya, y otros grupos del II Frente Nacional Escambray, leales a la Revolución, dirigidos por el comandante Lázaro Artola Ordaz.

Aquel hecho, se encuentra inscrito como una página memorable de la lucha de nuestro pueblo contra los enemigos de la nación, fruto de la genialidad del compañero Fidel, en la conducción de aquel importante juego operativo, de hacer creer al enemigo que la región estaba tomada por fuerzas contrarrevolucionarias, para lograr la ocupación del armamento, y la rápida neutralización de los mercenarios batistianos y trujillistas, que participaran en la planeada invasión proveniente de República Dominicana.

Fue tan perfecto ese escenario operativo logrado en la Tercera villa de Cuba, que resistió el 12 de agosto una inspección in situ de Velazco Ordóñez, el enviado personal de Trujillo, quien viajó expresamente en un avión desde el cercano país. En sus reflexiones del 4 de julio del 2008, Fidel escribió: “Una compañía rebelde disfrazada de campesinos gritaba en la pista aérea: ¡Viva Trujillo! ¡Abajo Fidel!”. Las comunicaciones radiales con Ciudad Trujillo tenían como fondo el ruido de las explosiones, y los disparos de un ficticio combate que se desarrollaba en las inmediaciones del aeropuerto de Trinidad.

Al día siguiente, el 13 de agosto, aterrizaba en la pista del aeropuerto de Trinidad, otro avión de la fuerza aérea trujillista con once tripulantes, y un cargamento adicional de pertrechos de guerra. Seis de estos mercenarios, proyectaban quedarse en el teatro de operaciones, en espera de la invasión. Cerca de la pista, Fidel y Camilo, junto con Celia y otros comandantes rebeldes, observaban la operación.

Avión capturado en el aeropuerto de Trinidad el 13 de agosto de 1959 en el que viajaron los enviados de Trujillo. Foto: Archivo.
Avión capturado en el aeropuerto de Trinidad el 13 de agosto de 1959 en el que viajaron los enviados de Trujillo. Foto: Archivo.

Al proceder a la captura de la aeronave, se produjo un intercambio de disparos con algunos de sus ocupantes que aún se mantenían en su interior, perdiendo la vida los combatientes revolucionarios Frank Hidalgo Gato, Eliope Manuel Paz Alonso y Oscar Reytor Fajardo. El enemigo sufrió dos bajas mortales, y además hubo heridos de ambas partes.

Aquel 13 de agosto, día en que Fidel cumplía 33 años, se logró una importante victoria, pero la batalla no había concluido. Faltaban dos combates. El primero de ellos fue la disección de la vasta operación anticubana realizada por Fidel ante las cámaras de la televisión apenas 24 horas después, dando continuidad al proceso de concientización de las masas que venía acometiendo en sus discursos y comparecencias televisivas. La explicación realizada por Fidel se integró armónicamente con las medidas de respuesta política e ideológica a la conjura, que se habían estado aplicando ante cada una de las acciones del enemigo, en aras de poner al descubierto quiénes eran los verdaderos enemigos de la Revolución.

El segundo, tuvo lugar en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, oportunidad en que Raúl Roa comenzó a tejer su leyenda como Canciller de la Dignidad, y a sentar las bases de la diplomacia revolucionaria cubana, desbaratando las maniobras del imperialismo. El momento decisivo fue el día 17 de agosto, cuando pudo mostrar las pruebas de la invasión trujillista, trasladadas a la capital chilena por el comandante Raúl Castro, a la sazón Jefe de las Fuerzas de Aire, Mar y Tierra. La demostración de fortaleza y cohesión interna que la Revolución cubana ofreció en el Hotel Carrera de Santiago de Chile, sede del evento, fue exactamente lo contrario a lo esperado desde Washington.

Cuba una vez más mostró que era capaz de defender su independencia, su libertad y su soberanía, y así ha continuado siendo durante más de medio siglo, en las numerosas operaciones subversivas que le sucedieron a estos hechos. (Con información de periódico Granma y Ecured).