El general de las tres guerras, Quintín Bandera, fue asesinado el 23 de agosto de 1906 a los 73 años, por orden del presidente Estrada Palma, según las ordenes de Washington
Por: Rafael Novoa Pupo
José Quintino Bandera Betancourt, conocido en la historia de Cuba como Quintín Bandera, fue un General de división del Ejército Libertador que participó en las tres guerras de independencia y fue mandado a asesinar en 1906 por Tomás Estrada Palma con la guardia rural durante la llamada Guerrita de Agosto, por oponerse a la intervención de Estados Unidos y la Enmienda Platt.
Había nacido un 30 de octubre de 1834 en una modesta vivienda muy cerca del barrio Los Hoyos en Santiago de Cuba, en el seno de padre y madre negros libres, que vivían en la mayor pobreza. Desde niño aprendió a trabajar en disímiles oficios, sin soñar con poder asistir a una de las nueve escuelitas para niños negros, que había en todo el país en esa fecha.
En su juventud Quintín conoció a varios jóvenes con quienes se encontraría años después como mambises en las guerras por la independencia de Cuba. Entre ellos los hermanos Maceo, Flor Crombet, Guillermón Moncada y otros. Desde muy joven en 1850, cuando solo tenía 16 años comenzó a involucrarse en conspiraciones contra el dominio español, y el 1 de enero de 1869 ya con 35 años, se incorporó a las fuerzas del General Donato Mármol, en Palma Soriano.
En tan solo los primeros ocho días de combate, tuvo su primer ascenso a cabo, y llegó en su vida a alcanzar los grados de General de División, ganados machete a machete, hasta 1895. Su mayor éxito político fue el de estar con su compadre, el General Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá. En cuanto a lo militar, tuvo participación en las tres guerras con cientos de combates, y en la última guerra, estuvo Quintín a cargo de la principal Arma del Cuerpo de Infantería del Ejército Libertador, constituyendo la médula de la Invasión a Occidente.
Figuró entre los organizadores de la Guerra del 95 en la región de Santiago de Cuba, donde se alzó el 24 de febrero de1895 con el mismo grado de teniente coronel con que terminó la Guerra del 68. Participó en cientos de combates, y en su trayectoria incluye la destitución del mando por Maceo, al haber confundido la misión trasmitida a través de un ayudante, y aún arrestado, continúo combatiendo en cinco acciones.
Luego fue felicitado por el propio Maceo por el exitoso ataque a San Cristóbal, a la que siguieron numerosos combates. Durante la invasión también recibió una sanción del general Máximo Gómez por detener el avance de las tropas a su mando en reclamo de pertrechos que consideraba necesarios. Después siguió combatiendo.
Al finalizar la guerra, cuando los yankis escamotearon la victoria de los mambises, Quintín comprendió que entregaban nuestra Isla a los Estados Unidos, y se indignó por las carboneras y el apéndice bochornoso de la Enmienda Platt, marchando en 1906 de nuevo a la manigua para seguir la Guerra necesaria de José Martí, contra el gobierno entreguista.
Desengañado de ese movimiento, se refugió en la finca El Garro, entre Arroyo Arenas y El Cano, propiedad de un simpatizante de los sublevados. Guiados por un trabajador de la finca, las fuerzas militares del gobierno de Estrada Palma rodearon el sitio. Al escuchar Quintín la orden de darle muerte, se encaró con los asesinos y les recordó que venía luchando por la independencia de Cuba desde 1851. De nada sirvió, los soldados lo mataron de cuatro disparos, y lo cubrieron de machetazos.
El general de las tres guerras, fue asesinado el 23 de agosto de 1906 a los 73 años, por orden del presidente Estrada Palma, según las ordenes de Washington.
Luego de haber sido masacrado y asesinado, el presidente Estrada Palma prohibió enterrarlo en tumba propia, y ordenó arrojarlo en una fosa común, lo que fue violado por un sacerdote que lo enterró en una fosa con su propio nombre, y le comunicó a la viuda para que sus hijos pudieran recordar siempre, al patriota cubano.
Cuando la señora de Quintín acudió a la cita, el sacerdote la condujo al lugar donde inhumaron al guerrero.En su tumba se había colocado una cruz con esta inscripción: E. P. D. Felipe Augusto Caballero. Evitaba así el capellán, que los restos de Bandera fueran profanados, o se perdieran para siempre. (Con información de Cubadebate y Televisión Santiago).