Pilotos espirituanos se convirtieron en bomberos desde el aire ante incendio en Matanzas (+Fotos y video)

La misión de los cuatro aviones era acercarse al siniestro en una zona para refrescar un área y evitar que pasara a otras instalaciones. Foto: ANADOLU / Yander Zamora.
La misión de los cuatro aviones era acercarse al siniestro en una zona para refrescar un área y evitar que pasara a otras instalaciones. Foto: ANADOLU / Yander Zamora.

Junto a los helicópteros de las FAR, las aeronaves de la flota aérea de Sancti Spíritus aplicaron cargas de agua para aplacar temperaturas en zonas del incendio de Matanzas

Por: José Luis Camellón

La espera fue larga; demasiadas horas mirando desde el aeropuerto de Varadero aquel chorro de humo interminable; oyendo noticias que no hacían más que tensar la ansiedad, las fibras que tejen por dentro el alma del piloto. Habían dejado a Sancti Spíritus el sábado en la tarde, en una partida rodeada de premura, atada a la urgencia de un incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas que en horas puso en vilo a un país.

Pasaron un domingo en tierra, con los ojos y la mente en dirección al oeste, vigilando un cielo teñido de humo negro, repasando la ruta de vuelo, imaginando la puntería cuando llegara el momento de descargar el agua sobre las llamas.

Estuvieron otro día con las botas puestas, en guardia combativa al lado del avión, esperando la orden de despegue; para ese entonces las condiciones del incendio no permitían el empleo de las avionetas. Un aparente descanso donde reposa el cuerpo, no la mente, donde la ansiedad queda escondida en el medio del pecho.

Antes de que el grupo volara a Matanzas, el aeropuerto de Sancti Spíritus rompió el sábado 6 de agosto las rutinas, sobrevino un relámpago de trabajo colectivo que solo empleó tres horas para cambiar la variante agrícola y pasar los M-18 a la alternativa de extinguir incendios.

No son novatos; sequía tras sequía se visten de arrojo, se vuelven los bomberos desde el aire en Cuba, porque la flota de los M-18, asentada solo en Sancti Spíritus, es la única que se usa en la isla en operaciones de siniestros forestales.

El destacamento de la aviación espirituana estuvo integrado por cuatro “dromedarios”, pilotos y técnicos.
El destacamento de la aviación espirituana estuvo integrado por cuatro “dromedarios”, pilotos y técnicos.

UNA CANDELA DIFERENTE

Amaneció el lunes, el Grupo Aéreo de Sancti Spíritus, integrado para el combate de las llamas por cuatro M-18 —los famosos Dromedarios—, seguía con las naves cargadas de agua, a la espera en la rampa del aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez, en Varadero; también atentos al ajetreo de los aviones de México y Venezuela, de los cuales bajaban hombres y pertrechos.

La tripulación espirituana, pilotos y técnicos curtidos en el manejo de la aeronave sabían que la orden de despegue podía llegar en cualquier momento. Horas después tuvieron su bautizo de fuego.

Esta vez tenían delante una candela diferente. “Un incendio de carburantes nunca lo habíamos enfrentado, siempre fueron forestales”, narró el piloto Alexei Morales Astencio. “Fue un solo vuelo, despegamos los cuatro aviones, nos acercamos al siniestro en una zona para refrescar un área y evitar que pasara a otras instalaciones, porque en la parte de las llamas grandes no teníamos nada que hacer; luego dieron la orden de permanecer en tierra, porque continuaban las explosiones en los tanques, era peligroso para las naves acercarse allí.

“No hubo tiempo para el miedo ni para pensar en el peligro, la orientación fue bombardear agua para la parte este del incendio y se cumplió. La profesión y la experiencia te preparan para este tipo de evento, para nosotros no es algo nuevo, sí otro tipo de candela; claro, fue impresionante ver un fuego tan grande; estuve en un incendio forestal en la Isla de la Juventud, pero como este, ninguno”, aseguró Morales Astencio.

Los también llamados Dromedarios fueron previamente preparados para intervenir en la riesgosa operación.Foto: ANADOLU / Yander Zamora.
Los también llamados Dromedarios fueron previamente preparados para intervenir en la riesgosa operación.Foto: ANADOLU / Yander Zamora.

NO HABÍA ENFRENTADO ALGO TAN TENEBROSO

Enrique Villegas, técnico con 50 años en el oficio es un especialista con el que hay que contar en contingencias de estas. “La intervención que hicieron los aviones salió perfecta, algo de esa magnitud es imposible que no impresione, pero nuestra tarea era sumarnos y agotar todas las vías posibles para sofocar el incendio. He participado en extinciones en bosques, pero nunca me había enfrentado a algo tan tenebroso”, narró vía telefónica.

Al capitán Yosvany Benítez Correa le bastaron segundos para bombardear más de 1 000 litros de agua y contribuir a aplacar la temperatura en una zona de malezas; operación dirigida por un puesto de mando cercano al lugar y, que exige “estar concentrado en el trabajo y la aplicación, porque hay efecto del viento, está la turbulencia; sin embargo, afrontamos esos obstáculos.

“Las cuatro naves iban a una separación aproximada de un kilómetro, porque el avión al momento de hacer la descarga hace una maniobra peligrosa y hay que tener seguridad; al principio uno como se sorprende, pero miedo no sientes, es que estamos entrenados para esta situación”, reveló Benítez Correa.

A Matanzas voló también Ramón Iluminado Pérez, otro de esos capitanes que volvió a vestir el traje de bombero desde el aire, con el aval adicional de ser piloto instructor en la Unidad Empresarial de Base subordinada a la Empresa Nacional de Servicios Aéreos Sancti Spíritus, y “aterrizó” sus palabras con la serenidad de 26 años en el oficio.

La flota de los M-18, asentada solo en Sancti Spíritus, es la única que se usa en la isla en operaciones de siniestros forestales.
La flota de los M-18, asentada solo en Sancti Spíritus, es la única que se usa en la isla en operaciones de siniestros forestales.

“Aquí no cabía el temor, solo cumplir la misión que nos dieron y después mantenernos a la orden de un nuevo despegue; puedo decir que un incendio forestal no se parece en nada a lo que enfrentamos; nosotros le entramos por el este al incendio para dirigir el curso del lanzamiento, sí es impresionante cuando sueltas el bombazo de agua porque el avión coge altura rápido, pero bueno, según pasan esos instantes uno va entrando en calor y todo va pareciendo más fácil.

“No es que uno controle el miedo, es que en ese momento no existe, la concentración es muy grande; si aparece, es después cuando volvemos a la pista”, relató horas antes del regreso al territorio en la mañana del miércoles el piloto, quien con su apellido iluminó la solidaridad de Sancti Spíritus con Matanzas.

(Tomado de Escambray).