Testigo del desarrollo, esplendor y decadencia del otrora proceso productivo y socioeconómico del llamado Corral de Manacú, donde se erigió el Ingenio Manaca de Tellería, en el Valle de San Luis, es hoy una joya de la tercera villa de Cuba que cautiva a visitantes nacionales y extranjeros
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Por: Alipio Martínez Romero
Así lo atestigua Marisol Fernández Ros, trabajadora del Museo de Arquitectura de esta urbe quien junto a otra compañera recibe y atiende a las personas atraídas por la historia, leyendas y tradiciones de ese emporio declarado Monumento Nacional desde 1978.
El tañer de sus centenarias campanas indicaban los días festivos, las horas de trabajo esclavo, convocaban a la oración, la existencia de incendios en las plantaciones u otro acontecimiento propio de la vida colonial sureña donde sobresale el arte de producir miel y azúcar de caña, una experiencia lamentablemente perdida en el Valle de los Ingenios, reconocido por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
La emblemática torre campanario de Manaca-Iznaga, símbolo de la Ciudad Museo del Caribe, puede visitarse todos los días desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. Esta se ubica a 14 kilómetros al norte de la carretera que une a Trinidad con Sancti Spiritus.
Según Fernández Ros, esa atalaya impresiona por su altura de 43.5 metros de altura y sus 137 escalones, la cual desde el siglo XVIII, embellece el paisaje natural como un reto a estos tiempos de modernidad, donde pervive la imborrable huella del poderío, riqueza y distinguida maestría constructiva de etapas precedentes, donde se conservan sus enigmas.