Este cuatro de noviembre se celebra el Día de la Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura
Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Los lazos de Trinidad con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) datan de varias décadas atrás. Gracias al organismo internacional, el Centro Histórico de la tercera villa cubana y su Valle de los Ingenios pasaron a ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, y sus atractivos, reconocidos en todo el mundo.
A partir de esta declaratoria, en 1988, se consolidan los programas y políticas del Gobierno cubano, que además de la preservación del patrimonio material e inmaterial, promueven una cultura de paz mediante la cooperación internacional en el ámbito educativo, cultural, comunicacional y de la ciencia.
En todos estos años, la ciudad ha velado por la conservación de esos valores, y para ello cuenta con un recurso valioso: el capital humano formado con las competencias profesionales y la sensibilidad imprescindibles para conducir los destinos de la urbe y legarla con los mismos encantos a nuestros hijos.
Así, en el último lustro no solo se ha avanzado- a pesar de los pocos recursos materiales y financieros- en la conservación del patrimonio edificado, sino también en el rescate de costumbres y tradiciones de hondo arraigo y que forman parte de la identidad cultural, como las labores de la aguja, el trabajo en fibra y las manifestaciones musicales y danzarías. En todo este empeño, el quehacer de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios ha resultado vital.
A esta alianza con la Unesco se deben en buena medida los más recientes títulos que exhibe Trinidad, los de Ciudad Artesanal y Creativa, reconocimientos que muestran un enorme caudal en función del desarrollo económico y social de los habitantes de la urbe, quienes no pueden ser solo espectadores, sino protagonistas de todo lo que aún puede realizarse para mejorar nuestro progreso individual y colectivo.
El Día de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), este cuatro de noviembre, reafirma los desafíosdel organismo internacional, que nació después de la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar el conflicto bélico, los gobiernos de los países europeos que enfrentaron a la Alemania nazi y sus aliados se reunieron en Inglaterra para establecer una organización de fomento educativo y cultural. Tales propósitos adquieren mayor relevancia en el contexto actual.
En cuba y en particular en esta urbe bendecida por tantas bellezas, la voluntad política y el empeño colectivo deben apuntar en una misma dirección: preservar las identidades culturales y fortalecer las plataformas para el desarrollo y la cooperación.