En la casa donde Catalina Berroa, una de las figuras más destacadas de la música trinitaria, vivió sus últimos años, personalidades de la cultura local, especialistas de los museos y de la Casa de Cultura Julio Cueva, instructores de arte y músicos, recordaron el virtuosismo de esta mujer, orgullo de la ciudad
Por: Ana Martha Panadés Rodríguez
Fue Enrique Zayas Bringa, acucioso investigador trinitario quien hizo la convocatoria para este encuentro, que tiene el mérito no solo de rendir homenaje a la compositora, maestra de solfeo y piano y benefactora, sino de hacer coincidir el reclamo de la urgencia de desempolvar la prolífera vida de Catalina y de otros músicos, hasta hoy desconocidos por las nuevas generaciones.
Los participantes abogaron por más apoyo desde la institucionalidad para la enseñanza de la historia local, y la cultura en particular, desde las primeras edades; sin más recurso que la sensibilidad, la voluntad y el amor.
En la tarja de mármol a su memoria, ubicada en la calle Chinchiquirá número 2, esquina a San Cayetano, un hermoso ramo de flores recuerda su amor y dedicación al arte. El hogar que antes se convirtió en un espacio para la difusión de su obra musical y de la cultura en sentido general, a través de las conocidas tertulias de Catana, como cariñosamente la llamaron sus amigos, abrió sus puertas a quienes la recordamos hoy, gracias a su propietaria, tocada también con el don de la sensibilidad.
Este 22 de noviembre, conmemoración del día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, su espíritu animó a todos, con la promesa de retomar el recorrido de la Banda Municipal de Conciertos hasta la casa donde viviera la ilustre compositora; pero allí estuvieron las flores en su honor y la voz dulce de Rosa Nivia Marrero para deleitarnos con ese himno que añora la ciudad. La Trinitaria.