Dicen que todos se van o se quieren ir de Cuba y para probarlo dan cifras y por cientos del crecimiento exponencial que ha experimentado la emigración de cubanos hacia los Estados Unidos durante este año. Pero la verdad es mucho más compleja.
Resulta que buscando mentiras y manipulaciones sobre la realidad cubana, salta siempre el tema de la emigración cubana a Estados Unidos.
Los números son realmente altos, pero pocos se detienen a contrastarlos con cifras incomparablemente superiores de emigrantes de otras nacionalidades, en tres puntos claves: la presión económica (por bloqueo reforzado bajo condiciones de pandemia y post pandemia que ninguna otra población del continente sufre); el cierre de las actividades consulares que encarece y dificulta la migración legal y la reciente exigencia de visa a los emplean pasaporte europeo. Cuando esas condiciones de presión coinciden en el tiempo con inusuales privilegios como la Ley de Ajuste, es más que lógico la dinámica excepcional que ha experimentado la migración cubana por vías irregulares.
Para poner los hechos en contexto compartimos un reporte de la cadena alemana Deutsche Welle, donde se informa que más de 2,5 millones de latinoamericanos han sido deportados a sus países de origen, en el último año. No se habla de cubanos.
Dos notas recientes sobre la crisis migratoria publicadas en un mismo día, muestran el contraste de una política discriminatoria hacia unos y de privilegios para otros: mientras bajo las peores condiciones climáticas y de vigilancia y persecución policial, más de 22 mil migrantes pernoctan frente al puesto fronterizo militarizado en El Paso, Texas, en un centro de detención de Florida liberaban a cubanos que serían deportados porque «se filtraron sus nombres».
La extensión del título 42 que cierra puertas a los migrantes del sur bajo pretextos sanitarios, cuando decenas de miles esperaban su derogación, ha generado una crisis humanitaria que pocos medios se atreven a calificar así, pero también ha vuelto a reactivar el polémico tema del privilegio cubano en el acceso a Estados Unidos.
Bárbara Betancourt y Reinier Duardo coinciden en reconocer que, sin restar importancia al crecimiento de la migración cubana, el dato migratorio en el que Cuba supera al resto de los países con mayor número de personas es en de los llegados a Estados Unidos. Todo como consecuencia de la presión económica, el cierre consular y la Ley de Ajuste.
Los cubanos, afirmamos, no son exactamente los que más emigran. Son los que más llegan. A los nacionales de otros países, prácticamente, ni se les pregunta por qué han elegido la vía irregular.
Intereses económicos y políticos muy poderosos favorecen ese privilegio, tras el cual se esconde una sucia política que busca manipular la necesidad de emigrar, sea por razones económicas o familiares, otorgando determinados privilegios a una comunidad por encima de las otras, sólo para poder utilizarla como rehén de la politica contra ese país. Ningún otro latinoamericano tiene esa posibilidad.
Como tampoco ningún otro tiene la presión de un bloqueo brutal, empujándolo a emigrar para después decir no sólo que huye del comunismo y todas esas tonterías, sino que también sugieren que Cuba podría estar estimulando esos flujos.
Volviendo a la fake news: no somos la nación que más emigra. Somos a la que más se deja entrar y además la que más pronto y con más frecuencia regresa a su país de origen. ¿Por qué será? Seguiremos Chapeando en el 2023. Queda tema por dónde cortar.
(Tomado de Cubadebate)