Con casi 41 años de existencia, este centro, fundado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, resulta clave en el campo de las vacunas, como quedó demostrado frente a la COVID-19
Texto y fotos: Sheila Noda Alonso
El Centro Nacional para la Producción de Animales de Laboratorio (Cenpalab), único de su tipo en el país, es una de las instituciones que más ha contribuido a la industria biotecnológica cubana, al intervenir en los procesos de investigación, desarrollo, fabricación y liberación de lotes de vacunas y fármacos al mercado.
El 5 de octubre de 1982, cuando se daban los primeros pasos en el sector, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz aprobó el proyecto y en mayo del siguiente año comenzó su construcción. Desde ese momento tendría una concepción de ciclo cerrado para evitar la dependencia científica.
Esa visión estratégica se convirtió en una fortaleza frente a la COVID-19, aseguró a la prensa Miguel Ángel Esquivel Pérez, jefe del Departamento de Negocios del centro. “Mientras en el mundo se dificultó la adquisición de especies, fundamentalmente monos, la mayor de las Antillas pudo contar con vacunas propias gracias a los animales de Cenpalab”.
Fidel insistió en que tuviéramos una fábrica de pienso, y es que si tienes un animal en un experimento no puedes correr el riesgo de que se afecten los resultados por algo que ingirió, apuntó el Doctor en Ciencias Agrícolas. Hoy cuentan con más de 100 formulaciones diferentes acordes a los requerimientos de cada especie.
Tras cuatro décadas de creada, la institución, perteneciente al Grupo Empresarial BioCubaFarma, también se enfoca en el cultivo de plantas proteicas para alimento animal, el desarrollo de bioproductos, vacunas de uso veterinario, servicios de toxicología y la implementación de soluciones automáticas para la agricultura de precisión, mencionó.
Esquivel Pérez explicó que son la entidad rectora y coordinadora del Sistema Nacional de Animales de Laboratorio y en sus instalaciones se obtienen animales convencionales y gnotobióticos, es decir, libres de gérmenes patógenos específicos al no estar en contacto con el medio ambiente.
Dasha Fuentes Morales, directora de Roedores Gnotobióticos, puntualizó que estas especies no deben tener ningún microorganismo capaz de causarles enfermedades que interfieran en las investigaciones, para que los resultados sean confiables y repetibles.
La Doctora en Ciencias Veterinarias dijo que, para lograrlo, el material que se usa debe ser estéril, se encuentran en locales cerrados, con aire filtrado, el alimento es esterilizado mediante autoclave, las personas deben bañarse antes de entrar a trabajar, cambiarse de ropa, desinfectarse y permanecen en el lugar hasta que concluye la jornada laboral.
Detalló que esa dirección, donde existen 12 tipos diferentes de ratones, además de ratas, conejos, curieles, hámster y gerbillos de Mongolia, estuvo vinculada a las vacunas contra la COVID-19.
“Fundamentalmente los ratones se utilizaron para probar que realmente levantaban respuestas, luego se transitó a primates, y para su liberación se usaron curieles y conejos. También -aclaró la especialista- se emplean especies de ratas para la toxicología, que son las pruebas de seguridad de los fármacos en desarrollo.
Niurka González Ibarra, jefa del Grupo de Microorganismos Eficientes, señaló que a finales del 2015, a partir de la transferencia de tecnología del Instituto Finlay de Vacunas y un proyecto de innovación FONCI del centro, Cenpalab asumió la fabricación del ME Agroambiental, producto biológico formado por microorganismos eficientes y único en el país con registro y licencia sanitaria regulatoria para su producción y vertimiento al medio ambiente en el tratamiento de residuales.
Precisó que al año se elaboran cinco millones de litros y entre los principales clientes están las empresas que vierten residuales a las bahías de La Habana y del Mariel, así como algunas industrias. También en la rama agropecuaria los productores de cerdo lo emplean como probiótico para que los animales ganen en peso y se reduzca la incidencia de enfermedades.
González Ibarra comentó que poseen la única planta en Cuba con este fin, por lo que se encuentran en proceso de transferencia de tecnología a la Empresa Agropecuaria Cubasoy, en Ciego de Ávila.
Otro de los servicios que brinda Cenpalab es la obtención y procesamiento de subproductos de sangre de diferentes especies. En la planta de hemoderivados, ubicada en el centro, se analizan alrededor de dos mil litros anuales, que se distribuyen en los hospitales como materia prima para el desarrollo de medios de cultivo y pruebas diagnósticas de laboratorio.
Con relación a la esfera agropecuaria, el jefe del Departamento de Negocios afirmó que trabajan en la producción intensiva y la industrialización de plantas proteicas como la moringa, la morera y la tithonia, destinadas a la elaboración de alimento animal. Esa tarea fue heredada de Fidel, quien a lo largo de su vida permaneció pendiente de ese colectivo, agregó.
“Una parte importante de los bajos rendimientos en la agricultura está mediada por la falta de disciplina tecnológica. Tenemos un sistema de agricultura de precisión en el cual se puede monitorear en tiempo real la secuencia de una producción agropecuaria y tomar decisiones oportunas para el uso óptimo de los recursos”, expresó Esquivel Pérez.
Con el Grupo Empresarial Azcuba estamos en tres centrales: Jesús Rabí en Matanzas, Antonio Sánchez en Cienfuegos, Ciro Redondo en Ciego de Ávila, y vamos a comenzar con la Unión Agropecuaria Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Cubasoy, y con el Ministerio de Agricultura en la Empresa Agropecuaria Victoria de Girón,en Jagüey Grande, apuntó.
Cenpalab, insistió el experto, sin renunciar a su propósito fundacional, de conjunto con otras instituciones de BioCubaFarma apuesta por lograr un impacto en la producción de alimentos, al igual que en la biotecnología y la salud. (Agencia Cubana de Noticias).