18 de marzo: centenario de La Protesta de los Trece

Miembros del grupo de intelectuales que protagonizó la Protesta de los Trece. Foto: archivo.
Miembros del grupo de intelectuales que protagonizó la Protesta de los Trece. Foto: archivo.

El 18 de marzo de 1923, hace hoy cien años, trece jóvenes intelectuales cubanos inconformes con el estado de corrupción del entonces gobierno del presidente Alfredo Zayas, protestaron públicamente, en la capital cubana, por la compra-venta de las ruinas del Convento de Santa Clara

Por: Rafael Novoa Pupo

La Protesta de los Trece, encabezada por Rubén Martínez Villena el 18 de marzo de 1923, constituye la primera expresión política de los intelectuales cubanos contra la injusticia, la corrupción y la opresión que caracterizó al gobierno lacayo de Alfredo Zayas.

Hace cien años, el hecho que suscitó la histórica protesta fue la compra, por el presidente Zayas, del Convento de Santa Clara de Asís a un precio descomunal, con fondos del Estado. Esta acción provocó el repudio popular, pues escondía uno de los tantos negocios engañosos comunes en la República mediatizada.

Fue aquella una operación que “nada tenía ni de santa ni de clara” y donde evidentemente, algunos bolsillos, incluido el del presidente Zayas, se beneficiaron por la compra-venta de las ruinas de ese convento, por la cual una empresa inmobiliaria había abonado sólo medio millón de pesos y se la vendió al estado en la alta suma indicada.

Entre aquellos jóvenes intelectuales que manifestaron su protesta por el fraude de los gobernantes, alzó su voz por primera vez el poeta Rubén Martínez Villena, en un acto que se efectuó el 18 de marzo de 1923 en la Academia de Ciencias, en honor a la escritora uruguaya Paulina Luisi. En ese homenaje organizado por el Club Femenino, debía usar de la palabra el Ministro de Justicia del gobierno de Alfredo Zayas, lo que fue impedido por los 13 jóvenes allí presentes, mientras que Villena le negaba al funcionario autoridad para hablar, por ser él el firmante de aquel documento de compra-venta del Convento de Santa Clara.

Al retirarse del local, se dirigieron a la redacción del Periódico “Heraldo de Cuba”, donde Villena redactó el Manifiesto de la Protesta de los Trece, en el aseguraba: “nos sentimos honrados y satisfechos por habernos tocado en suerte, iniciar un movimiento que patentiza una reacción contra aquellos gobernantes conculcadores, expoliadores, inmorales, que tienden con sus actos a realizar el envilecimiento de la Patria”.

El manifiesto fue firmado por 13 de los 15 participantes. No firmaron Ángel Lázaro, que temía ser deportado por ser ciudadano español, y Emilio Teuma, quien alegó que por pertenecer a una Logia Masónica y ser Regüeiferos Gran Maestro de esa asociación, no podía, con su firma, quebrantar uno de los principios que regía dicha institución fraternal.

Al día siguiente, el grupo hizo circular por La Habana un volante con una declaración, en la que bajo el título de La Protesta de los Trece, manifestaron su satisfacción por el hecho protagonizado, ofrecieron disculpas al Club Femenino ya que su intención no era otra que la de expresar la inconformidad de la juventud, a la vez que solicitaban el apoyo de todos los que sintiéndose indignados contra los que maltratan la República, piense y estime que es hora de reaccionar vigorosamente y de castigar de alguna manera a los gobernantes delincuentes.

En prisión, Rubén Martínez Villena escribió sus encendidos versos del Mensaje Lírico Civil, que constituyeron una denuncia al estado de corrupción existente en el país y por demás, un valioso ejemplo de poesía militante y de intelectual comprometido con la causa de los humildes: “Hace falta una carga para matar bribones,/ para acabar la obra de las revoluciones (…)/ para no hacer inútil en humillante suerte, / el esfuerzo y el hambre, la herida y la muerte,/ para que la República se mantenga de sí,/ para cumplir el sueño de mármol de Martí,/ para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos/ la Patria que los padres le ganaron de pie”.

Aquella Protesta de los Trece siguió el ejemplo de intransigencia y lealtad a la Revolución que, en aquel otro marzo glorioso de 1878, protagonizó el Titán de Bronce, Antonio Maceo, en Mangos de Baraguá y que salvó la Revolución Independentista de una bochornosa derrota.

Este hecho ha sido reconocido históricamente como la primera acción cívica liderada por Villena, su «bautizo político», lo cual marcó la vinculación de una nueva generación de intelectuales cubanos a la lucha contra los males de la República. La protesta alcanzó círculos y actividades que parecían adormecidos. (Con información de Televisión Santiago, Tribuna de La Habana y Agencia Cubana de Noticias).