La agrupación protege un legado cultural con 60 años de existencia como fecha oficial registrada en la Ciudad Museo del Caribe
Por: Lisandra Gómez Guerra
Las caderas se balancean. Se agitan al compás del sonido de la música que al unísono se aviva con los brazos en pleno braceo. La saya de serpentinas blancas y azules se encrespa. ¡Yemayá está en la escena! Tiene una belleza única, capaz de mantener boquiabierto al público pendiente a cada movimiento en remolino.
“Desde hace 60 años en nuestra ciudad mantenemos a salvo la tradición folclórica”, dice desde una esquina de la presentación, Renato Arrechea Bastida, director del Ballet Folclórico de Trinidad Leyenda Folk.
Cambia el ritmo. Desde otro lado, con una sensualidad extrema hace su entrada Oshún. Se sabe deseada. Las manos suben y bajan como riachuelos por las montañas. Yemayá la espera en la desembocadura para venerarla.
El aire huele a aguardiente. El cuero de los tambores se agita. Se convoca a otros orishas. Aguardan donde no se pueden observar para demostrar cuán viva está la tradición que nació en las calles de piedras que rodean el Palenque de los Congo Reales, de la Ciudad Museo del Caribe. Es esa ahora la guarida de un proyecto gestado en el Movimiento de Artistas Aficionados.
“Pero su génesis proviene de antes. Desde la década de los 50, uno de los más avezados investigadores trinitarios, Manolo Béquer, tuvo la osadía de llevar esa cultura a las calles. Fue protagonista de sumar las mujeres a los bailes que hasta ese momento eran protagonizados por hombres. Para la época fue algo extraordinario. Imaginen una agrupación con bailes y música folclórica constituida por blancos y negros. Nuestra querida Isabel Béquer, La Profunda, precisamente bailó en esos días. Definitivamente, constituyó su labor una revolución cultural”, expresa Arrechea Bastida.
Ya con esas raíces, Amador Ramírez González, instructor de arte con un conocimiento excepcional de toda la cultura africana: yoruba, lucumí, mandinga…, arriesgó todo y el 14 de febrero de 1963 fundó el Conjunto Folclórico de Trinidad.
“Los primeros integrantes fueron 56, entre hombres y mujeres. Se basaba en reflejar la cultura conga, campesina y yoruba. Vivíamos en un contexto muy rico a nivel de país con la inauguración del Ballet Folclórico Nacional de Cuba y el Ballet Folklórico de Oriente. Trinidad tuvo lo suyo y el conjunto se convirtió, con el paso de los años, en la gran madre que protegió otros proyectos con el fin de defender expresiones de la cultura autóctona”, dice el instructor de arte.
Poco tiempo le bastó para darse a conocer por los públicos y sus homólogos. El Grupo Folclórico de Trinidad participó en el VIII Festival de la Juventud y los Estudiantes, en Finlandia, y fue fundador de la Fiesta del Fuego en Santiago de Cuba. Igualmente, subió a cuantos escenarios nacionales le invitaron e hizo suya la Ciudad Museo del Caribe.
HIJO DE ARTISTA BAILA Y CANTA
Más de una vuelta de carnero, a semejanza de esas que da la vida sin predecirlas, realiza un joven robusto sobre el pequeño escenario. Suda sin control. Los ojos se le quieren salir y la lengua no se le queda quieta dentro de la boca. Shangó, dios del fuego, del rayo, del trueno, la guerra, el baile, la música… retuerce el espacio. Se sabe fuerte, indomable y la música lo incita.
“¡Aché!”, gritan y él corta el aire con su hacha.
Son movimientos heredados de una generación a otra. En Trinidad, en su mayoría, se baila alejada de las academias formales, aunque cada agrupación se ha convertido en escuela. Así sucedió con el Folclórico de Trinidad que, tras pasar de un director a otro, en 2017 se unificó con Leyenda Folk, uno de los tantos hijos que acunó.
“Esa agrupación nació por un llamamiento de Fidel Castro durante un congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Instó a masificar la cultura. Comencé a reunir un grupo de muchachos descendientes de contextos vulnerables, familias disfuncionales, con problemas de conducta social y algunos que no estudiaban. Conocía que tenían aptitudes para el baile, por lo que si trabajábamos con ellos podíamos obtener un buen resultado. El 13 de agosto de 1999 fundamos el grupo en homenaje al cumpleaños del Comandante en Jefe.
“Amador me acompañó en todo el proceso de enseñanza de coreografías yorubas, bailes congos, populares, rumba… Nos nutrimos de toda la música cubana. Además, les inculcamos a esos muchachos de dónde vinimos y por qué es importante seguir defendiendo nuestro legado cultural porque sin la Revolución nada de esta historia fuera posible”, añade Arrechea Bastida.
Recuerda que Lucrecia Ichazo y el Consejo de Dirección Municipal de cultura, así como Fernando Ávila, líder en el trabajo de cultura comunitaria, entregaron sus corazones para impulsar el entonces naciente proyecto que ha sonorizado varios documentales extranjeros con sello en China, Puerto Rico y Brasil, en tanto se ha robado los aplausos de avileños y holguineros.
“Ahora subimos al escenario como resultado de una beneficiosa fusión, por lo que tenemos ese nombre tan largo. Somos 38 artistas entre bailarines y músicos que no hemos perdido las esencias, defendemos nuestra cultura tradicional popular. En el pasado mayo nos evaluaron y demostramos que somos el resultado de un proceso de maduración y consolidación”, dijo el director de la agrupación.
Cuando se cree que el espectáculo está al concluir, llega Elegguá. Se mueve de forma burlesca e infantil. Vestido con un pantalón negro y chaqueta adornada con caracoles anuncia que es capaz de abrir y cerrar los caminos de la felicidad o desgracia. Gira de un lado a otro como transcurre en el día a día.
“La música en vivo es el complemento directo de la danza. El bailarín y cantante expresan toda su improvisación al unísono lo que permite la creación de un espectáculo único”, aclara Renato, experto en cada movimiento en escena y acordes lanzados al aire.
¿Insatisfacciones?
“El trabajo es intenso. A veces ni agua para tomar tenemos y desde que nos fundimos esperamos por una firma del Gobierno Provincial para crear las plazas necesarias de la agrupación y sus integrantes puedan cobrar. Es duro sostener el legado así”.
Lo sabe Renato, y lo ha transmitido a quienes lo acompañan en la difícil labor de hacer cultura, que son responsables de mantener con vida a parte de la memoria de esta nación. La autenticidad se descubre en cada movimiento corporal y acordes que mueven los pies más hieráticos. El Ballet Folclórico de Trinidad Leyenda Folk sostiene raíces únicas. ¡Aché por el derroche de identidad! (Tomado de Escambray).