Aniversario 68 de la excarcelación de Fidel y sus compañeros

Fidel y sus compañeros, saliendo del Presidio Modelo de Isla de Pinos. Foto: Archivo.
Fidel y sus compañeros, saliendo del Presidio Modelo de Isla de Pinos. Foto: Archivo.

El 15 de mayo de 1955 abandonaban el presidio modelo de Isla de Pinos Fidel y sus compañeros moncadistas. Gran victoria popular del pueblo cubano

Por: Rafael Novoa Pupo

Los combatientes moncadistas participantes en las acciones del 26 de julio de 1953 que habían sido condenados a prisión, abandonaban el presidio modelo en la entonces Isla de Pinos mediante una amnistía, el 15 de mayo de 1955.

Fue un momento de grandes emociones, de alegría, abrazos y lágrimas, luego de haber sido abierta las rejas del Reclusorio Nacional en esta región del país, medida que no se trataba de un gesto de generosidad del régimen de Fulgencio Batista, sino de una decisión que la presión popular que el pueblo le había arrancado al tirano.

Ante la proximidad de las elecciones, el tirano había querido darle a su gobierno un tono de legalidad democrática y concibió una amplia amnistía que excluía a Fidel y sus compañeros de lucha. Ello generó una protesta popular iniciada por los familiares de los jóvenes que se convirtió en un poderoso movimiento nacional con repercusión en los medios de difusión masiva.

Por su parte, el líder revolucionario denunció que no aceptarían la libertad a cambio de concesiones, a lo que expresó: “Después de veinte meses nos sentimos firmes y enteros como el primer día. No queremos amnistía al precio de la deshonra”.

Fidel siempre valoró el significado de aquella victoria de la lucha del pueblo frente Batista, que ya había enlutado al país innumerables veces y sin piedad, en tanto sus compatriotas tampoco se habían equivocado con él y sus compañeros.

Ese mismo día, Fidel ofreció una conferencia de prensa en el hotel Isla de Pinos, momento en que entregó a los medios un Manifiesto al pueblo de Cuba, donde definió: “Nosotros sabremos cumplir con el deber que demanda la patria.

Nuestra libertad no será de fiesta o descanso, sino de lucha y deber, de batallar sin tregua desde el primer día, de quehacer ardoroso por una patria sin despotismo ni miseria, cuyo mejor destino nada ni nadie podrá cambiar. El país se yergue formidablemente contra los que lo maltratan, se ve surgir una fe nueva, un despertar inusitado en la conciencia nacional.

Pretender ahogarla es provocar una catástrofe sin precedentes cuyos funestos resultados caerán sobre las cabezas de los culpables. Los déspotas pasan, los pueblos perduran”. (Con información de Agencia Cubana de Noticias y periódico Trabajadores).