El Papa, la pobreza, los muros, los sueños y Cuba

El Papa Francisco, Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y Jefe del Estado de la Ciudad del Vaticano, pronuncia unas palabras a su arribo al Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, el 19 de septiembre de 2015. Foto: Abel Padrón / AIN

La Habana, 22 sept (AIN) Cuba vivió emocionada la visita apostólica del papa Francisco que marca un hito y ofrece a los cubanos, creyentes o no, una visión renovada de la Iglesia Católica, de su discurso evangélico, de su manera de entender y enfrentar los males y los retos actuales de la Humanidad.

Su Santidad encontró un auditorio respetuoso, instruido, que desde el primer momento encontró en las raíces de sus mensajes puntos de encuentro y coincidencias con las esencias mismas de nuestra existencia como nación y que luego fueron fortalecidas, enriquecidas y actualizadas por pensadores como Félix Varela y  José Martí.

El Misionero de la Misericordia en sus intervenciones públicas ha criticado la tendencia de reverenciar al imperio del dios dinero y las nefastas consecuencias que el consumismo extremo trae a los hombres en cualquier parte del mundo en detrimento de su espiritualidad.

Nuevas formas e intenciones globalizadoras llevan adelante una tercera guerra mundial por partes, a decir del Sumo Pontífice, donde solo importa acumular bienes materiales  y se descarta o se desecha todo lo que impida tales propósitos,  aún cuando vayan en detrimento de las personas.

Ningún otro auditorio en cualquier parte del planeta habría estado más preparado para entender la palabra de Francisco que el cubano, no solo por compartir tales ideas y conceptos, sino también por llevarlos cotidianamente a la práctica.

A lo largo de muchos años, hemos tenido la obligación de levantar sólidos muros para preservar la pureza de nuestras acciones, mejores o peores, inmaduras o voluntaristas, criticadas o alabadas, ferozmente atacadas, pero dirigidas a brindar las mayores bienaventuranzas  a un pueblo heroico, sacrificado, merecedor de un futuro que debe construir cada día mejor.

Especial interés ha puesto el Papa Francisco en los desposeídos, en los más necesitados, en los jóvenes.

Nada humano nos ha sido ajeno, desde que Martí nos enseñó que Patria es Humanidad.

El proyecto social cubano, en la medida de sus propias posibilidades siempre ha priorizado y protegido la atención universal y gratuita de los requerimientos de cada uno de esos sectores poblacionales.

Amor, ternura, comprensión y consagración tampoco ha faltado, solo a cambio de una sonrisa.

En su encuentro con los jóvenes cubanos, el Papa Francisco les instó a soñar sin límites, a alcanzar sus metas, a la tolerancia y la aceptación de las diferencias, pero en una especie de parábola les alertó a no confiar en las supuestas bondades de las sociedades que no se preocupan por sus hijos, que no les proveen medios de subsistencia y que los impulsan hacia las adicciones, la prostitución, el derrotismo,  la autodestrucción y la tristeza existencial.

Durante las últimas casi seis décadas, la historia de Cuba se asemeja a un compendio hermenéutico escrito en lenguaje popular por un pueblo de gigantes, para los eruditos de las ciencias sociales y humanísticas.

En él son incontables los ejemplos de misericordia, consagración, solidaridad, amor al prójimo y esperanzas, pero también de constancia, valentía, decisión, principios, valores, intransigencia, honor, soberanía, fidelidad, y sobre todo, resistencia en el afán de “conquistar toda la justicia”, como enseñará Martí, en una Patria absolutamente libre e independiente, sustentada en la plena igualdad y solidaridad entre los hombres.

De esa manera, Cuba acompañará al  Papa Francisco en su lucha a favor de los pobres del mundo,  de los que tienen hambre y sed de justicia,  en contra de la guerra y las discriminaciones, de las injusticias sociales y de los males que aquejan a la Humanidad.