Por: Jorge Wejebe Cobo
El portaviones estadounidense Palau y sus naves auxiliares, los barreminas Rodman, Hobson, Jeffers y el remolcador Papago, pusieron proa a la bahía de La Habana el nueve de marzo de MIL 949, para que los tripulantes en sus días de asueto se deleitaran en los prostíbulos consumiendo bebidas y drogas, libres de las leyes norteamericanas.
Los visitantes de la flotilla del Palau provocaron algo más que los acostumbrados escándalos y riñas en los garitos habaneros, cuando en la noche del viernes 11 de marzo, tres marineros ebrios del Rodman escalaron la estatua de José Martí, en el Parque Central y uno de ellos la usó de urinario, mientras los otros dos lo aclamaban con grotescos gritos desde el suelo.
Solo la intervención de la policía los salvó de una golpiza, al reprimir al pueblo conglomerado en el lugar que quería tomar la justicia por mano contra los profanadores, quienes fueron llevados bajo la protección de los carros patrulleros a la estación de policía de Dragones y Zulueta.
El hecho sin precedente en el país fue recogido por un fotógrafo que brindaba sus servicios en los centros nocturnos de la zona, quien vendió las imágenes al periódico Alerta” y salieron en la primera edición del sábado DOCE, las cuales se reprodujeron junto a la información en otros medios, como el diario Hoy, del Partido Socialista Popular.
Ese día, el Parque Central acogió un acto público de desagravio a José Martí, en el que participaron oradores de la Federación Estudiantil Universitaria, del movimiento obrero y organizaciones de izquierda, en tanto decenas de ofrendas florales eran depositadas en la base del monumento.
Posteriormente los asistentes se dirigieron a la embajada norteamericana, que por aquellos tiempos se ubicaba en el edificio de J.Z.Horter, en la Plaza de Armas, donde hoy se encuentra la Biblioteca Rubén Martínez Villena, allí se reunió una enardecida muchedumbre coreando Abajo el imperialismo en rechazo a los profanadores de la memoria de Martí.
La zona fue acordonada por fuerzas de la policía que golpearon a los participantes y se ensañaron en los universitarios, entre los que se destacaba el joven Fidel Castro, quien plantó cara a los esbirros, junto a sus compañeros de luchas estudiantiles, Baudilio Castellano y Alfredo Guevara.
Ante la gravedad de la situación las autoridades cubanas, que por supuesto no procesarían a los marineros, acordaron con el mando de la flotilla que los tres infractores volvieran al barco y regresaran a su país, lo cual estimuló aún más la repulsa popular.
Este acontecimiento, que concluyó sin que se realizara justicia contra los profanadores de la imagen de José Martí, no impidió que La Habana siguiera siendo destino de placer de la marinería estadounidense, no obstante sirvió para integrar las fuerzas patrióticas y antiimperialistas de la época y fue una de las primeras acciones de la Generación del Centenario que haría posible el triunfo del primero de enero de MIL 959.
Fue un comentario de Jorge Wejebe Cobo, con la realización de Yosdani Muñoz, en la voz de Carlos Estrada. ACN RADIO