Falleció el destacado pelotero espirituano Catalino Ramos

Cuando este 7 de abril un infarto cardíaco terminó con la vida de Catalino Ramos Hernández se le fue al béisbol espirituano un pedazo de historia

Catalino siguió aportando por años al béisbol y al softbol. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)No solo porque dedicara la mayor parte de sus 77 años a esa pasión que descubriera desde niño en medio de su natal Vedado habanero. “La pelota es como la caña, nunca se acaba”, dijo en una ocasión a Escambray. A ella se entregó desde que combinó la ayuda a la familia con juegos callejeros y pelotas de trapo o de cajetillas de cigarros. Así entró al béisbol en serio con un equipo del periódico El País y a la Liga de Quivicán, donde apenas “te pagaban unos quilos por jugar los fines de semana”.

Así en 1954 llegó a Estados Unidos con la anuencia de los padres por ser menor de edad. De él supieron equipos de Orlando en la Florida, Fox City y Charlote en Montana, Elvira en Pensilvania… Fueron siete años donde aprendió los rigores de la doble A y lo duro de apenas hablar inglés y una discriminación que sintió en el alma: “Cuando pasábamos por Georgia, no nos podíamos bajar de la guagua, íbamos en asientos traseros, una noche te decían: mañana te vas con tal equipo y cuidado con protestar”.

El año 1961 probó al Catalino que amó a un país y a dos pueblos “Manicaragua y Sancti Spíritus”. Tuvo la opción de partir o quedarse, aunque otras decisiones no le permitieron seguir regalando sus dotes de receptor, el rol que más defendió. Así el béisbol ganó un pedagogo excepcional.

Entrenó equipos como el de San José de las Lajas en el campeonato entre industrias y también varios conjuntos de la antigua región de Las Villas. De su magisterio bebieron estrellas como Pedro Jova, Pedro José Rodríguez, Silvio Montejo, Sergio “Noche Oscura”, Antonio Muñoz, Lourdes Gurriel…

De su estatura hablan quienes se le subordinaron en la Academia Provincial de Béisbol en Las Villas o Tuinucú. Medallas le sobraron. Reconocimientos, quizás también: órdenes Mártires de Barbados y Hazaña Laboral y la medalla Rafael María de Mendive.

Pero fue el título de los Gallos de 1979 el que guardó bajo las llaves del corazón: “Era un conjunto que nunca estaba perdido”, diría siempre.

Fue, al decir de Roberto Ramos, lanzador de entonces: “artífice del triunfo, era uno de los mejores entrenadores de la región central, tenía conocimiento, pedagogía; era el brazo derecho de Cándido Andrade, el director. Catalino no entendía con las indisciplinas, lo respetaba todo el mundo”. Lo ratifica Lázaro Martínez, jardinero: “Predicó con el ejemplo, hablaba siempre de frente”.

Desde su esquina de entrenador”, siguió aportando por años al béisbol y al softbol, fue asesor de la comisión técnica nacional del béisbol y la provincial. Quizás los años o el olvido, tal vez las enfermedades, le apagaron un tanto esa voz a ratos lenta, cansada y no se le escuchó tanto como se debía. Pero en su vida pródiga, Catalino Ramos Hernández dejó un epitafio para la posteridad: “Concibo el béisbol, no total, pero parecido a como jugó Víctor Mesa: el contrario es el que tiene que frenarme”·

(Tomado de Escambray Digital)