Partido Revolucionario Cubano: unidad y compromiso

Foto. CubaEduca

El Partido Revolucionario Cubano (PRC) fundado por el Héroe Nacional, José Martí, el 10 de abril de 1892, constituye digno ejemplo de una tradición de partidismo patriótico abocada a la construcción de una República con todos y para el bien de todos.

El 124 aniversario de este suceso resalta en particular durante la presente coyuntura, determinada por la celebración del 16 al 19 de abril del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), organización que se considera, sin dudas, heredera de los postulados soberanos del partido creado por el Apóstol.

No en vano, el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, consideró al PRC como «el más honroso y más legítimo precedente del glorioso Partido que hoy dirige nuestra Revolución: el PCC».

En una alocución realizada en Camagüey en 1973, el dirigente cubano recordó que el PCC «es la unión de todos los revolucionarios, de todos los patriotas para dirigir la Revolución y para hacer la Revolución, para cohesionar estrechamente al pueblo», ante el peligro de la desunión que siempre atentó contra la independencia de Cuba.

Similares motivos tuvo Martí para fundar el PRC, ente destinado a la obra de unión de diversos intereses y sectores del pueblo cubano en torno a un objetivo inmediato: la libertad de Cuba.

UN PARTIDO REVOLUCIONARIO Y CUBANO: EL PRC DE JOSÉ MARTÍ

Tras una Guerra Grande (1868-1878), una Guerra Chiquita (1879-1880) y un período de reposo turbulento desde 1880, los cubanos se encontraban a la altura de 1892 con la inexorable realidad de que la independencia, pese a los enormes sacrificios de todo un pueblo en la manigua y en el destierro, no se había logrado.

Escindida por la composición social (clasista, educacional y de razas); por regionalismos y por concepciones acerca de cómo llevar la guerra a la Isla, quién debía asumir el mando, cómo se organizaría el movimiento y cómo se estructuraría la república, la emigración cubana mantuvo no obstante como elemento común su conciencia patriótica.

Ello se veía en el manifiesto deseo y perseverancia en el objetivo de alcanzar la independencia, pero la desunión y deficiente organización de los esfuerzos libertarios llevaron al fracaso de cualquier tentativa llevada a cabo por los cubanos de afuera y de adentro de la isla caribeña.

He ahí el gran mérito de Martí, al convertirse en el hombre que supo aunar voluntades, capitalizar apoyos y canalizarlos hacia una fase de organización superior manifestada en la creación de un partido político como representante de los intereses del pueblo cubano y ente conductor de una Guerra Necesaria y guía de la Revolución.

El 5 de enero de 1892 los emigrados -en un ejercicio de plena democracia- respaldaron la creación del PRC, cuya proclamación y surgimiento aconteció poco después, el 10 de abril, fecha especial que denotó la continuidad del nuevo movimiento con la Guerra de los Diez Años, el primer esfuerzo bélico cubano contra la dominación española.

Nacía así, -con José Martí a la cabeza con el cargo de Delegado- 23 años después de haber sido aprobada en Guáimaro la constitución que creó la República cubana en Armas, una nueva empresa revolucionaria que aspiraba también a alcanzar la independencia de la Mayor de las Antillas frente al colonialismo español.

En consonancia, de las Bases del PRC se deriva la concreción en síntesis de las ideas políticas martianas, con un programa abocado a la vertebración y unidad del movimiento revolucionario para la instauración, una vez lograda la libertad del país, de un gobierno de tipo republicano.

En ese sentido, se manifiesta que el PRC «reunirá los elementos de revolución existentes y allegará sin compromisos inmorales con pueblo u hombre alguno, cuantos elementos nuevos pueda, a fin de fundar en Cuba por una guerra de espíritu y método republicanos, una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos».

Al respecto, este Partido rechazó de plano la posibilidad de perpetuar en la República Cubana, (â��) el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia.

En cambio, se propuso fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de sus fuerzas sociales.

Acorde con sus Bases, el Partido se estableció para «fundar la patria una, cordial, y sagaz, que (…) vaya disponiéndose para salvarse de los peligros internos y externos que la amenacen, y sustituir al desorden económico en que agoniza un sistema de hacienda pública que abra al país inmediatamente a la actividad diversa de sus habitantes».

En líneas generales, el PRC tuvo como parte de sus objetivos esenciales preparar con cuantos medios eficaces (…) la libertad (de Cuba) del extranjero, la guerra para el decoro y el bien de todos los cubanos, y entregar a todo el país la patria libre.

Igualmente, en las Bases del Partido destacó la proyección internacional que habría de tener esta organización política como ente rector de la Revolución.

Entre sus lineamientos esenciales, el PRC puso énfasis en «no atraerse, con hecho o declaración alguna indiscreta durante su propaganda, la malevolencia o suspicacia de los pueblos con quienes la prudencia o el afecto aconseja o impone el mantenimiento de relaciones cordiales».

Asimismo, el Partido se propuso establecer discretamente con los pueblos amigos relaciones que tendieran a acelerar, con la menor sangre y sacrificios posibles, el éxito de la guerra, y la fundación de la nueva República indispensable al equilibrio americano.

Cabe precisar que esa preocupación del Delegado del PRC por el equilibrio americano tiene su sustento en su marcada visión antiimperialista, pues temiendo el auge del imperialismo yanqui, Martí se propuso «impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América».

Resulta de igual forma significativo el aspecto programático que yace contenido en la primera Base del PRC, donde se declara que se constituye esta organización política para lograr, con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.

El manifiesto apoyo cubano al derecho de Puerto Rico a ser libre, enfrentando la Mayor de las Antillas el reto de conquistar aún su propia independencia, reviste una connotación especial a partir del profundo latinoamericanismo martiano y su sentido de solidaridad con la causa de los hermanos pueblos de Nuestra América.

En la actualidad -tras analizar detenidamente las Bases del PRC-, se puede constatar la coincidencia de principios mantenida a lo largo del tiempo y que pervive hoy con el PCC, como ente defensor y continuador de los ideales del Apóstol.

De modo que si Martí se refiere a una República con todos y para el bien de todos, en el contexto actual ello conserva vigencia con el palpable objetivo del PCC de impulsar el desarrollo de un socialismo próspero y sostenible, destinado a mantener las conquistas sociales alcanzadas.

También en más de medio siglo de Revolución, Cuba bajo la conducción política del PCC mantuvo su firme respaldo a la solidaridad internacionalista, a sus convicciones latinoamericanistas y la integración de los pueblos de Nuestra América y en ese contexto ha ratificado su apoyo a la causa del pueblo boricua por su independencia.

Además resalta -al igual que en Martí- el carácter antiimperialista de la Revolución que por estos días del VII Congreso del PCC recuerda otro aniversario significativo: la victoria del pueblo cubano en Playa Girón (acontecida en 1961), considerada la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina. (Tomado de Prensa Latina)