Carisma, cercanía con el público y sello personal constituyen, según confiesa, los secretos de Yosvany Beltrán Díaz para ganar la segunda edición del concurso de jóvenes talentos
Por: Carlos Luis Sotolongo Puig
Antes de audicionar se encomendó al destino. Tenía la vida a su favor: algunas reglas del certamen cambiaron y ahora se permite la incursión de músicos evaluados, está en la edad límite (35 años), por esos días determinadas situaciones familiares lo llevaron a Santa Clara… La oportunidad añorada durante años había llegado. “A darlo todo porque este tren no vuelve. O te subes ahora, o resígnate toda la vida”, dijo para sí, y comenzó a interpretar el tema Esas cosas, del álbum Se rompieron los termómetros, de Manolito Simonet.
Quedó entre los 21 preseleccionados, luego entre los 10 que irían a batirse a muerte en el área recreativa del “Sandino” hasta reducir el grupo a los ocho representantes de la región central.
“Si alguien me hubiera dicho que estaría ahora mismo en esta situación le diría de mentiroso pa´lante”, confiesa. Yosvany Beltrán Díaz se pellizca de vez en cuando para comprobar que no vive una fantasía, que, en efecto, constituye la única voz espirituana en la segunda edición del concurso de jóvenes talentos Sonando en Cuba.
Santa Clara lo vio nacer, Cienfuegos lo curtió en las lides artísticas como integrante del cuarteto Impacto y la agrupación Cadencia Perfecta; Trinidad le abrió horizontes, lo hizo madurar.
“He luchado mucho. Cuando uno tiene aspiraciones hace hasta lo imposible. Por eso me lanzo a probar suerte en este proyecto que no se enfoca solo en La Habana, sino que busca a jóvenes con cualidades en todas las provincias para sacarlos del fatalismo geográfico y promover a las futuras generaciones de soneros del país. Estamos a la espera de cuándo vamos a la capital para las grabaciones de la competencia. Ya tengo el pulóver y todo”, comenta con orgullo.
Yosvany es el líder vocal del conjunto Montimar y uno de los cantantes de La Sonora Trinitaria; escuelas donde ha permanecido durante años en un intento por foguearse en el escenario, garantizar el pan de cada día y aprender de músicos de reconocida trayectoria en la villa. “A ambas agrupaciones les agradezco las herramientas para trabajar con el público, desarrollarme de forma independiente, aprender la responsabilidad de querer hacer de esto el camino a seguir”.
¿No te da miedo a abandonarlo todo por un sueño?
Si quieres algo, lucha por eso. Para nada tengo intención de dejar ninguna de los dos grupos. Simplemente estoy tratando de realizarme como artista, tener una carrera profesional, llegar a las grandes ligas, como se dice, que es difícil, pero no imposible. Tampoco es lanzarse al vacío.
¿Qué ases bajo la manga te permitirían ganar Sonando en Cuba?
“Aunque tenga poca experiencia, creo que mi carisma, mi forma de interpretar, mi identidad, mi cercanía con el público puede ayudarme. A lo mejor mi estilo cautiva. Pongo lo mío en cada canción, respetando siempre la melodía y los parámetros formales”.
Este trinitario adoptivo solo utiliza la guitarra para encontrarle las notas a un tema nacido al calor de las musas. “Pero no me considero ni instrumentista ni compositor: mi arma es la voz”, aclara. La salsa y el bolero lo llevan al delirio. Si los escucha junto a su esposa, la felicidad es completa.
La sonoridad del Benny, las enseñanzas de un profesor en la academia cienfueguera, el ritmo de Manolito Simonet, de los Van Van, entre otros, constituyen obligada referencia. “Definen qué es la auténtica música cubana —alude—. Cuando tengo dudas, vuelvo a esa herencia musical tan grande que tenemos. Algo que me llamó la atención fue que en las audiciones había mucha gente desinformada, presentando cosas que no tienen nada que ver con el propósito del concurso: rescatar la salsa”.
Más allá de ganar o no, ¿crees que Sonando en Cuba resulta un punto de partida a nuevos horizontes?
No te voy a decir que no quisiera ganar porque no sería sincero. Sin embargo, también quiero ver esta oportunidad como una vía para presentarme en los medios de comunicación. Quizás puedan abrirse algunas puertas, nadie sabe. Lo que pueda suceder después es lo importante. Yo quiero demostrar que se puede vivir de la música.
(Tomado de Escambray Digital)