Resucitan casas haciendas en el Valle de los Ingenios

Un proyecto dirigido a salvar del deterioro las principales casas haciendas del icónico Valle de los Ingenios, en la periferia trinitaria, está rindiendo nuevos frutos tanto para el patrimonio regional como para la industria turística

Un proyecto dirigido a salvar del deterioro las principales casas haciendas del icónico Valle de los Ingenios, en la periferia trinitaria, está rindiendo nuevos frutos tanto para el patrimonio regional como para la industria turística, que en fecha reciente ha visto multiplicar las cifras de visitantes cubanos y extranjeros atraídos por los encantos de la región.

Fuentes de la delegación provincial del Mi­nisterio del Turismo y de la Oficina del Con­ser­vador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios coinciden en reconocer los beneficios de una alianza a la que también se han sumado Flora y Fauna, el Ministerio de la Agricultura, Azcuba, varias fuerzas constructoras y otras entidades locales.

Además de la casona y la torre campanario de Manaca Iznaga que se explota desde hace décadas en los predios del poblado de igual nombre y del bar mirador ubicado junto al conocido Valle de San Luis, en los últimos tiempos resultan no­toria la afluencia turística al ingenio de San Isidro de los Destiladeros, símbolo de la evolución de la agroindustria azucarera cubana en el siglo XIX.

En este sitio arqueológico, uno de los más importantes de los 73 ubicados en el Valle, se concluyeron las obras en la torre, el sistema hidráulico y la parte estructural de la vivienda y ahora los esfuerzos se concentran en el enlucido, el resane, el acondicionamiento de pisos, las instalaciones eléctricas, la terminación de la represa y una pequeña cafetería.

Otra de las instalaciones que está siendo be­neficiada con trabajos de rehabilitación es la mansión de la hacienda Buenavista, considerada como un exponente excepcional de la arquitectura de la época por la doctora Alicia García San­tana, experta en temas de patrimonio edificado.

Por su parte la casona del ingenio Guái­maro, mayor productor mundial de azúcar hacia 1827, exhibe hoy siete salas, incluyendo el comedor y la capilla ambientados al estilo de la época, y se trabaja en la adquisición de los materiales necesarios para asumir en el 2017 el montaje de un museo interactivo que recree el modo de vida de la sacarocracia local.

Tras el proceso de reordenamiento de la agroindustria azucarera cubana, llevado a cabo años atrás, los terrenos del Valle, que reciben los beneficios de los ríos Agabama, Ay, Táyaba, Caracusey y de decenas de sus afluentes, se convirtieron en patrimonio de la Empresa Agro­pe­cuaria FNTA, Flora y Fauna, la Unidad Silvícola de Trinidad y varias cooperativas campesinas, dedicadas sobre todo a la producción de cultivos varios.

Reconocido por la Unesco como Pa­tri­monio Cultural de la Humanidad junto al centro histórico trinitario, el Valle de los Ingenios abarca unos 250 kilómetros cuadrados e incluye las comarcas de San Luis, Agabama-Méyer y Santa Rosa, además de la llanura costera del sur, delta del río Manatí, extensión en la que a mediados del siglo XIX existieron más de 50 fábricas de azúcar.

(Tomado de Granma Digital)