Tropas Guardafronteras: Guardianes desde el litoral trinitario

Los jóvenes que laboran en las Tropas Guardafronteras no solo vigilan las costas y el mar; también combaten ilegalidades que dañan el ecosistema. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

La labor de un colectivo que custodia las costas desde la comunidad de Casilda, en el municipio de Trinidad, no solo garantiza la calma del litoral sur, sino libra, además, una batalla contra las ilegalidades 

Por: Delia Proenza

A 3 kilómetros de las calles empedradas de la añeja villa de Trinidad que los turistas foráneos visitan con avidez, Casilda puede resultar tan familiar para quienes conocen sus entrañas como ajena para cualquier desconocido. En la Capitanía del Puerto, donde el equipo de prensa es recibido por jóvenes que cumplen el Servicio Militar General, se respira un aire que remite a la telenovela cubana de turno: En fin, el mar.

“La serie tiene muchos puntos de contacto con la realidad de aquí, refleja la vida cotidiana del pescador. Ver cada capítulo les ayuda a entender algunas de las cosas que solemos explicar”, asegura el mayor Alexey Rodríguez González, capitán del puerto, quien comanda un colectivo de 49 trabajadores. La mayoría son oficiales, oficiales subalternos y jefes. Se cuentan también más de una decena de soldados y siete civiles que comparten el ajetreo en una costa con olor a salitre.

El mayor Alexey Rodríguez González está al frente de la Capitanía del Puerto de Casilda. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

El día de la visita de Escambray acontecía un encuentro profiláctico preventivo con pescadores de especies de escama. Hablaban sobre los acontecimientos de turno y los mensajes al auditorio en un amplio salón estaban permeados por la idea martiana de que “en prever está todo el arte de salvar”. Tener los ojos y los oídos bien abiertos, pensar en la trascendencia de cada acto personal, por ingenuo que parezca, a eso llamaba el capitán.

Si algo marca el actuar diario en ese punto imprescindible del poblado marítimo que alberga a unos 6 400 habitantes es el tema del enfrentamiento a ilegalidades que atentan no solo contra la economía del país, sino también contra la vida de los lugareños.

LITORAL SUR ESPIRITUANO BAJO LUPA

Siete municipios de la provincia son atendidos por la Capitanía del Puerto. La única excepción es Yaguajay. Realizan acciones de prevención y lucha contra el narcotráfico, las salidas ilegales en altamar o en la profundidad y la depredación de los recursos naturales, ya sean de la fauna o de la flora. A tono con la Ley de Navegación Marítima, Pluvial y Lacustre, ejercen control sobre los lagos, los ríos y el mar.

En una extensión de 200 kilómetros de costa comprendidos desde Cabagán hasta los límites de Ciego de Ávila, se presta atención no solo a la normalidad tocante al ecosistema y a sus recursos, sino también a la ciudadanía con su amplio abanico de necesidades e intereses. Un Puesto de Tropas de Guardafronteras que atiende La Sierpe y Tunas de Zaza en este último asentamiento poblacional está ahora mismo, en espera de una reparación de sus estructuras tras las afectaciones de Irma. Los servicios que usualmente se ofrecen allí son llevados, provisionalmente, desde Casilda.

Gestiones bien parecidas a las que vemos en las pantallas de los televisores tres veces por semana suelen tomar cuerpo en una oficina dentro de la instalación lugareña. Suman 16 los tipos de trámites por los que acuden los pescadores o sus familiares, y van desde la compra o la venta de una embarcación hasta los permisos para conducirla o repararla. Según los cálculos de Rodríguez González, un 50 por ciento o más de los adultos de la comunidad guardan relación con el quehacer de su colectivo.

Los encuentros entre la Capitanía del Puerto y los pescadores sirven para contextualizar las orientaciones y ventilar cualquier inquietud. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

UNA MEDALLA PARA LORENZO

Corría la tarde del 6 de enero de 2017. De pronto una llamada anónima avisó sobre un trasbordo de langosta en alta mar. El teniente Lorenzo Alonso Molina, primer oficial de Operaciones de la Capitanía, salió al frente del grupo de alarma y de conjunto con las fuerzas policiales de Trinidad logró localizar a los ilegales.

“Estaban a unas 7 millas de la costa. Dimos las voces de mando, pero no pararon. Nuestro barco aceleró el motor, le dio a aquel por la banda y al pegarse por tercera vez decidí saltar para que no se nos fueran. Al ser la embarcación de ellos más chiquita, podían internarse en los manglares”.

Tenía entonces 22 años. Graduado de Mando Táctico de la Frontera Marítima, no lo pensó dos veces: “Al yo saltar, se forma la ‘empujadera’ y ellos empiezan a lanzar la langosta al agua. Mis compañeros veían mis maniobras, pero no podían hacer nada. Yo trato de ubicar rápidamente el lugar y sigo encima de ellos, llamo al Puesto de Mando y explico la ubicación del punto. Cuando ellos cogen la orilla del mangle mis compañeros nos pierden de vista”.

Eran tres los del bando contrario, así que atinó solo a aguantar su arma reglamentaria. Pensaban bajarlo o pegarse a un lugar, pero ya un medio naval pequeño acudía en su auxilio. Se recuperó toda la langosta, ya procesada. Eran 390 colas. “Los responsables cumplieron sanción por eso”, resume Lorenzo. Cuenta todo como si hablara de una guardia de rutina. Obvia la Medalla por el Servicio Distinguido en el Ministerio del Interior, que le fue conferida por esta hazaña y está, desde entonces, en un lugar bien resguardado del hogar.

Con solo 22 años, el teniente Lorenzo Alonso Molina enfrentó a ciudadanos que en alta mar se aprestaban a la comercialización ilícita de langosta. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

EN FIN, LOS PECES, LA COSTA, EL MAR

Durante el año 2017 fueron devueltos al hábitat natural ejemplares vivos de varias especies ilegalmente extraídas del mismo, y se recuperaron para la economía nacional 374 kilogramos de pescado, 404 de camarón, 60 de langosta y 33 de carne de quelonio.

Entre los recursos objeto de depredación figuran también la langosta no adulta, corales, conchas e incluso pepinos de mar, una especie comestible en China que se comercializa a ese país. Gracias a la labor preventiva, la actividad de la droga se encuentra en perfiles muy bajos.

La plataforma marina que rodea a Casilda tiene una grave afectación. “Dejando de pescar hoy solo en una década se repondría ese ecosistema, por el daño que ya se le ha causado”, alerta el capitán. Alejados de las cámaras de la televisión, con el salitre impregnado sobre sus cuerpos y los ojos ardientes de tanto vigilar, hombres en su mayoría jóvenes entretejen historias.

(Tomado de Escambray digital)